Dormir bien no solo depende de hábitos de descanso; la actividad física juega un papel clave en la calidad del sueño. Un reciente metaanálisis sugiere que no todos los ejercicios tienen el mismo impacto, y que algunas rutinas podrían ser más efectivas para conciliar un sueño reparador que otras.
Yoga de alta intensidad: el aliado del sueño
Según un estudio publicado en Sleep and Biological Rhythms, practicar yoga de alta intensidad durante menos de 30 minutos, dos veces por semana, podría ser la mejor opción para quienes buscan mejorar la calidad de su sueño.
La investigación, realizada por la Universidad del Deporte de Harbin (China), analizó 30 ensayos de distintos países, comparando la influencia de diversas rutinas de ejercicio en el descanso nocturno.
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Los resultados muestran que el yoga lidera la lista, seguido de actividades como caminar, entrenamiento de resistencia y ejercicio aeróbico.
Esto se atribuye principalmente a que los ejercicios de respiración controlada del yoga activan el sistema nervioso parasimpático, reduciendo la frecuencia cardíaca y favoreciendo la relajación. Además, podría aliviar molestias físicas, como el dolor artrítico, facilitando aún más el descanso.
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Mitos sobre el ejercicio y el sueño
Contrario a lo que se podría pensar, las sesiones cortas de ejercicio —menos de 30 minutos— resultaron más efectivas que las prolongadas. Investigaciones anteriores habían sugerido que entrenamientos de hasta 60 minutos ayudaban a conciliar el sueño, pero el metaanálisis indica que sesiones más largas podrían elevar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, manteniendo al cuerpo en alerta y dificultando el sueño.
No solo importa el tipo y la duración del ejercicio, también el horario. Hacer actividad física muy cerca de la hora de dormir puede aumentar temporalmente los niveles de cortisol, lo que podría retrasar el sueño. Especialistas recomiendan ejercitarse más temprano en el día para aprovechar los beneficios sin afectar la rutina nocturna.
