La vitamina D, conocida como la "vitamina del sol", desencadena una serie de efectos positivos en el cuerpo humano. Es esencial para mantener la salud ósea, contribuir a diversas funciones corporales y promover un bienestar general.
La principal función de la vitamina D es facilitar la absorción adecuada de calcio y fósforo en los huesos, fortaleciendo así la estructura ósea y dental y previniendo enfermedades como la osteoporosis y la caries dental.
Además, la vitamina D promueve una función muscular óptima, lo que mejora el equilibrio y reduce el riesgo de caídas, especialmente en adultos mayores. También se ha relacionado con la salud cardiovascular al regular la presión arterial, reducir la inflamación y mejorar la función endotelial.
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Mantener niveles adecuados de vitamina D es clave para un sistema inmunológico fuerte, ayudando a reducir el riesgo de infecciones respiratorias y mejorando el bienestar mental al influir positivamente en el estado de ánimo y la prevención de trastornos del humor, como la depresión.
Además, algunos estudios sugieren que niveles adecuados de vitamina D pueden estar asociados con un menor riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de colon, mama y próstata.
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Para asegurar una ingesta adecuada de vitamina D, es esencial exponerse de manera segura al sol y consumir alimentos ricos en esta vitamina, como pescado graso, yema de huevo, hígado y alimentos fortificados. En caso de deficiencia, los suplementos pueden ser recomendados por un profesional de la salud.