OPINIÓN JEZIRET GALLARDO

A propósito de la reunión trilateral entre Irán, Rusia y Türkiye

El mundo está ante una inminente transformación de las relaciones internacionales que se gesta desde hace décadas, pero que se aceleró aún más con la guerra en Ucrania.

Los presidentes de Rusia y Türkiye se reunieron con el líder supremo y el presidente de Irán.
Los presidentes de Rusia y Türkiye se reunieron con el líder supremo y el presidente de Irán.Créditos: Reuters
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Días después de la visita de Joe Biden al Medio Oriente, los presidentes de Rusia y Türkiye se reunieron con el líder supremo y el presidente de Irán en una Cumbre Trilateral en Teherán, en la que platicaron sobre Siria, Ucrania y cómo hacer frente al poder hegemónico de Occidente; pues el mundo está ante una inminente transformación de las relaciones internacionales que se gesta desde hace décadas, pero que se aceleró aún más con la guerra en Ucrania.

EE.UU., ante la pérdida de influencia que conlleva su declive como poder hegemónico, ha buscado estrategias para mantener su papel en el tablero mundial. Estas estrategias son tan tempranas como la creación de la OTAN en 1949 cuyo fin era frenar a la Unión Soviética, pero también acciones más reciente como las de 2001 en las que, tras los atentados terroristas del 11-S, George W. Bush creó la Estrategia Nacional de Seguridad cuya implantación hizo girar a su nación hacia el neoconservadurismo y derivó en el enfriamiento de las relaciones entre EE.UU. y el Medio Oriente, porque, ¿cómo ser un mediador en los asuntos del Medio Oriente si EE.UU. invadió y llevó la guerra a las naciones árabes?

El mismo Biden durante su campaña hizo fuertes declaraciones sobre Arabia Saudita al salir a la luz que el príncipe bin Salman estuvo detrás del asesinato de Khashoggi pero, aun así, decidió reunirse con él pues entiende que EE.UU. necesita tomar medidas para hacer frente a los impactos que la guerra en Ucrania tendrá sobre los recursos energéticos a nivel mundial.

Ahora bien, Rusia también ha tomado parte en los conflictos del Medio Oriente y ha estrechado sus lazos con Irán desde hace tiempo, así que, por supuesto que otro de los objetivos que Biden tuvo durante su reciente visita al Medio Oriente fue analizar estrategias para frenar la influencia de Irán en la región. En palabras de Biden se trata de “no alejarse [del Medio Oriente] y dejar un vacío que pueda ser llenado por China, Rusia o Irán”.

Para lograr esto, un aspecto clave es normalizar las relaciones entre Israel y las naciones árabes, aunque probablemente no sea le mejor estrategia que Biden se declarase abiertamente sionista (otra vez) al poner un pie en el Medio Oriente pues esto refleja su postura ante Palestina, pese a que en el discurso diga que buscará una resolución justa para los palestinos, pues en la acción ha permitido el avance de la colonización de los Territorios Palestinos, ha continuado con el billonario apoyo militar a Israel y ha permanecido en silencio ante el violento sistema de apartheid israelí.

Por supuesto, varios líderes árabes se mostraron escépticos ante los discursos de “paz” que el presidente estadounidense dio durante su gira; incluso, la famosa cadena de noticias catarí, Al Jazeera, reflejó este escepticismo con titulares como “Biden se esfuerza por definir la agenda antes de su visita a Arabia Saudita” o que “[Biden] está arrastrando los talones, pero en realidad, está caminando sobre los pasos de Donald Trump”.

Sin embargo, la respuesta de Rusia e Irán fue rápida y, a pocos días de la visita de Biden a Israel, Palestina y Arabia Saudita, Putin y Erdogan presidentes de Rusia y Türkiye respectivamente, se reunieron con Ali Khamenei, líder supremo de Irán, y con Ebrahim Raisi, presidente de la misma nación, en una Cumbre Trilateral en Teherán, capital de Irán.

Khamenei no dudó en señalar que, si Rusia no se hubiese anticipado en atacar a Ucrania, la OTAN habría iniciado la guerra; a lo que Putin agregó que, si bien la pérdida de vidas de civiles ucranianos es una tragedia, en efecto, la culpa fue de Occidente al haber puesto en esta situación a Rusia. De manera resumida, puede entenderse que, si Ucrania hubiese ingresado a la OTAN, ésta habría quedado ante las puertas de Rusia y, por tanto, habría significado una amenaza para su seguridad.

EE.UU. ha sancionado tanto a Irán como a Rusia –e incluso a Türkiye—, pero estas sanciones solo han logrado que el acercamiento entre estas naciones sea mayor. Durante la Cumbre se planteó la idea de remover al dólar como moneda en las transacciones globales y Rusia firmó un acuerdo con valor de $40 billones de dólares para desarrollar la industria del gas y el petróleo en Irán que permitirá que el segundo país con mayores reservas de gas en el mundo, después de Rusia, cuente con la infraestructura necesaria para explotar estos recursos pese a las sanciones que impedían a los inversionistas extranjeros invertir en este país.

Por su parte, la reunión entre Erdogan y Khamenei, se centró en Siria y los kurdos, ya que, en caso de que Suecia y Finlandia no cumplan con su parte del acuerdo en el que se comprometieron a extraditar a “terroristas” kurdos a cambio de que Türkiye levantase el veto para su ingreso a la OTAN, Erdogan debe buscar otras alternativas para atender sus problemas nacionales. No obstante, Khamenei instó a que Türkiye no lance un nuevo ataque en el norte de Siria y se comprometió a atender la seguridad de las fronteras turcas de otras formas. El ayatolá aprovechó para mencionar que la región del Medio Oriente se ha vuelto más turbulenta como consecuencia de la presencia del régimen sionista y reiteró su apoyo a los palestinos.

Una vez más, queda evidenciado que la vida de las personas y las causas justas pueden ser moneda de cambio cuando llegan asuntos que los Estados consideran más importantes. Los periodistas, los kurdos o los palestinos a cambio de los recursos energéticos, la economía o la influencia, es decir, el poder.