Cada fin de semana es común hacer la famosa carne asada en los hogares regiomontanos, hay para todos los gustos, pero uno de los preferidos es la famosa arrachera.
Este corte fue traído a Nuevo León por el empresario José Inés Cantú Venegas, quien sin saberlo, revolucionó la gastronomía norestense.
Durante una entrevista, el comerciante relató cómo fue que durante una visita a Laredo, Texas, se encontró con un corte de carne sorprendentemente sabroso que resultó ser el diafragma de la res, considerado en Estados Unidos como desperdicio y vendido a precios bajos.
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“Yo no conocía la fajita, una carne muy sabrosa. Era un corte muy barato, no tenía valor para los americanos, la echaban a la salchicha”, recordó Cantú Venegas.
El comerciante pagar pocos aranceles al clasificar la arrachera como víscera, argumentando que era la parte que separaba los pulmones del estómago, pero después debía buscar el nombre propicio para este nuevo corte.
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La carne rápidamente se popularizó en el restaurante El Regio, donde Cantú Venegas comenzó a ofrecer esta carne, pero optó por bautizarla como arrachera.
Así nació el nombre del nuevo corte de carne
“No lo íbamos a decir, que era la fajita”, reconoció el restaurantero.
Así que tuvo que ingeniárselas para encontrar un nombre original, recordando la niñez en un rancho, cuando su tío le decía “arracheras” a cualquier trozo de carne que no fuera lomo y que se asaba en el brasero.
Se dice que el secreto del corte lo mantuvo el empresario de la gastronomía regiomontana por cinco años, aunque no cualquier arrachera es buena.
"Para que te den una arrachera de esa calidad se debe engordar el animal seis meses y en México se engorda a lo mucho cuatro meses”, aseguró Jorge Inés Cantú, quien falleció el 15 de mayo de 2013.
La fama del corte creció, convirtiéndose en uno de los preferidos durante el tradicional ritual de convivencia y celebración en el norte del país.