La desaparición de mujeres víctimas de feminicidio, abandonadas en lugares remotos, no sólo generan complicación a las autoridades encargadas de la investigación, sino un profundo dolor y viacrucis que parece no tener fin.
En meses recientes se han suscitado casos que han impactado en todo el país, como el de Lesly Martínez, hallada en Huitzuco, Guerrero; Ariadna Fernanda Lopez Diaz, localizada en la autopista a Tepoztlan, Morelos; Mónica Citlali Díaz, encontrada sin vida en una barranca de la autopista México-Cuernavaca.
También Carolina Islas Dorantes, abandonada en Huitzilac, Morelos y Perla Cristal Gaviña, hallada sin vida en Coroneo, Guanajuato.
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Todas, víctimas de feminicidio. Sus cuerpos localizados en zonas boscosas, cerros, barrancas o bajo puentes.
El viacrucis es muy doloroso pero la búsqueda y la fe para encontrarlas es imparable, aseguró Iscard Martínez, hermano de Lesly, localizada en un cerro de Huitzuco Guerrero, tras 18 días de intensa búsqueda.
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“Mi familia y yo hemos vivido el mayor y más grande viacrucis de nuestra vida; al principio saber que mi hermana estaba desaparecida de inicio es una desesperación y cómo iban pasando nuestras investigaciones sabes quense habianifo con un tipo que quizá la tenía amenazada, aún peor, pero eso no es todo; lo qué pasamos cuando nos enteramos que había sido asesinada se nos derrumbó nuestra vida y aún peor no saber donde la habían dejado ahí comenzó una gran travesía para encontrarla”, subrayó.
Atziri Avila, integrante del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), destacó la existencia de casos que lastiman profundamente a los familiares de mujeres asesinadas.
“Muchos de los casos que hemos acompañado como Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, son de alto impacto, incluso, muchas veces unas partes de los cuerpos son encontradas en un estado, otras partes en otro o simplemente las mujeres encontramos o las familias encuentran alguna de sus extremidades etcétera, entonces el hecho de que, ni siquiera ver, sino solamente saber que su hija, su hermana, su madre duenenclntrads de esta manera genera un impacto en el momento, pero también con el paso del tiempo porque lamentablemente las víctimas no tienen los recursos para atener essos impactos si o sociales”, explicó.
Los feminicidas que abandonan y ocultan los cuerpos de sus víctimas lejos de su lugar de convivencia, no siempre es resultado de una planeación, aseguró Gabriel Regino, penalista y criminólogo de la UNAM.
“La toma de decisión del ocultamiento del cadáver al puede obedecer a diferentes habilidades del homicida. Esa toma de decisiones estará determinada por las posibilidades de desplazamiento, es decir, contar con un medio de transporte que le sea seguro y fiable, y el conocimiento de la zona donde lo depositará lo Dios podría ser plenamente planeado o súbita decisión después del hecho o un asesoramiento de parte de terceros”, aclaró.
En algunos casos los feminicidas le apuestan a complicar el hallazgo y a la pronta descomposición del cuerpo de su víctima para ocultar evidencias con el proceso de descomposición del cuerpo, explicó Pedro Estrada, ex director de la Coordinación de Servicios Periciales de la entonces Procuraduría capitalina.
“Ese proceso de putrefacción lleva como consecuencia principalmente a la destrucción del cuerpo y esa destrucción del cuerpo hace que sea mucho más difícil la identificación del mismo.
“Mientras más tiempo pasa se dificulta la identificación de la persona y por eso este tipo de delincuentes le apuestan a eso, a dejar a su víctima en un lugar muy retirado de difícil acceso, porque por más días que pasen será más difícil localizarlo y poderlo identificar”, apuntó.
El dolor de encontrar a mujeres víctimas de feminicidios en lugares apartados y lejanos de su entorno social y familiar se convierte en una herida casi letal, difícil de sanar.
@amarilloalarcon