FENÓMENOS NATURALES

Sismo de 1985 a 40 años: La mañana que no termina; el temblor que cambió a México

Se cumplen 40 años de movimiento de tierra que no solo sacudió la tierra, sino también las certezas de todos en la CDMX.

La mañana del jueves 19 de septiembre de 1985 no termina 40 años después.
La mañana del jueves 19 de septiembre de 1985 no termina 40 años después.Créditos: Fotos: Captura de pantalla
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7:19 de la mañana del jueves 19 de septiembre de 1985... el sismo de 1985 a 40 años ha hecho que la mañana no termine y después de cuatro décadas los efectos del temblor que cambió a México, siguen.

La tranquilidad de mi casa, una que hasta ese momento parecía un refugio seguro, se desvaneció en segundos. La construcción se convirtió en una caja de zapatos que crujía con una violencia no antes vista.

Un movimiento que no solo sacudía la tierra, sino también las certezas de todos. El sismo, de 8.1 de magnitud en la escala de Richter, tuvo su epicentro en el océano Pacífico, en la costa de Michoacán, y su energía fue equivalente a la de 30 bombas atómicas como la de Hiroshima, según los cálculos de los investigadores.

Cuando el silencio habló más fuerte que la música ese 19 de septiembre de 1985

Con el primer atisbo de calma, encendí la radio y la música dio paso al silencio de la necesidad.

La voz inconfundible del periodista Jacobo Zabludovsky, desde el centro de la ciudad, se quebraba al dar los primeros reportes: edificios derrumbados, nubes de polvo y una tristeza que ya se sentía en el aire.

Las noticias eran devastadoras: la Torre de Televisa había caído, los estudios de Chapultepec estaban en ruinas. Ver las primeras imágenes me llenó de incredulidad y dolor, pero en medio del caos, surgió algo que me conmovió profundamente: la solidaridad.

Ante la inacción de las autoridades —el presidente Miguel de la Madrid recorrió las zonas afectadas hasta las 4 de la tarde y dio su primer mensaje a la nación tres días después—, el pueblo se levantó.

Las estaciones de radio, que antes transmitían música, se convirtieron en canales de ayuda. Las canciones callaron para dar voz a las necesidades de la gente.

En las calles, grupos de jóvenes, sin más herramientas que sus manos y un paliacate para cubrirse del polvo, se organizaban espontáneamente para remover escombros y llevar agua, comida y ropa.

Tras la tragedia del sismo de 1985 emerge el poder de la sociedad civil

Era una ayuda desinteresada que surgía de las entrañas de una ciudad herida.

En los escombros de talleres clandestinos en el Centro Histórico, como en la calle de San Antonio Abad, se rescataron a trabajadoras que habían sido encerradas por sus patrones, las famosas costureras. Estos rescates, a menudo sin la ayuda oficial, mostraron el poder de la sociedad civil.

Los días se volvieron sombríos.

El segundo temblor, la famosa réplica del 20 de septiembre con una magnitud de 7.3 grados, reavivó el miedo. Pero la ayuda no cesó.

En la colonia San Juan Mixcoac, las autoridades buscaron manos para hacer ataúdes improvisados que serían llevados al antiguo Parque del Seguro Social, ahora el Parque Delta, convertido en una enorme funeraria.

Aún recuerdo a los jóvenes conscriptos del Servicio Militar Nacional que, junto a los ciudadanos, removían escombros en las zonas más afectadas como el Centro Histórico, Tlalpan, y las colonias Roma y Narvarte.

Las 7:19 del 19 de septiembre fue la mañana más larga de mi vida. El sismo de 1985 a 40 años ha hecho que la mañana perdure cuatro décadas en la memoria de quienes la vivimos y que nos volvió a la mente ese mismo día de septiembre de 2017 a las 13:14 horas, con un nuevo sismo de magnitud 7.1. Dos fechas, un mismo recuerdo: la vulnerabilidad de la tierra y la inmensa fortaleza de su gente.