SALUD

Medicamentos para la depresión y ansiedad: ¿Qué pasa si dejo de tomarlos de repente?

Dejar de tomar un medicamento recetado, de un momento a otro, podría desencadenar algunos efectos en nuestra salud.

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En la actualidad, el uso de medicamentos para tratar la ansiedad y la depresión se ha vuelto común, pero una existe una tendencia en un gran número de personas a optar por la interrupción abrupta de estos fármacos.

Expertos en salud mental advierten sobre las consecuencias significativas que pueden surgir al dejar de tomar antidepresivos o ansiolíticos sin la supervisión adecuada de un profesional de la salud.

Síndrome de abstinencia: ¿Qué es esto?

La interrupción repentina de medicamentos para la ansiedad y la depresión puede desencadenar síntomas de abstinencia, tales como náuseas, cansancio, mareos y una sensación de "cabeza liviana". Según un estudio reciente, más del 50% de las personas que intentan dejar de tomar antidepresivos experimentan síntomas adversos, con casi la mitad describiendo estos efectos como graves.

Otro análisis publicado en el "Journal of Psychopharmacology" en 2019 hizo enfásis en que la discontinuación abrupta de antidepresivos, especialmente los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), puede desencadenar síntomas adicionales como trastornos del sueño y problemas gastrointestinales.

Por otra parte, el análisis también señalaba que la discontinuación abrupta de antidepresivos se asocia con un mayor riesgo de recurrencia de la depresión en comparación con la discontinuación gradual; es decir,  aumenta el riesgo de recaída en los síntomas originales. 

El "síndrome de abstinencia" puede desencadenarse no solo al interrumpir antidepresivos y ansiolíticos, sino también al dejar de usar hipnóticos, antipsicóticos, estabilizadores del estado de ánimo y estimulantes.

Es importante destacar que la interrupción de estos medicamentos debe ser supervisada por un profesional de la salud. Cada paciente es único, y la forma y el momento de discontinuar los medicamentos deben ajustarse según el medicamento específico y la condición individual del paciente.

La decisión de suspender la medicación debe ser parte de un plan cuidadosamente diseñado, considerando detenidamente el historial clínico del paciente.