El azúcar en la sangre, o glucosa, es la principal fuente de energía para nuestro cuerpo, pero si esta se encuentra en desequilibrio puede tener consecuencias negativas para nuestra salud.
Mantener niveles estables es importante, ya que un aumento significativo, como en el caso de la hiperglucemia, puede desencadenar problemas de a largo plazo, por ejemplo, la resistencia a la insulina y la diabetes.
Cuidar los niveles de azúcar en la sangre a través de una dieta equilibrada, ejercicio regular y hábitos de vida saludables es fundamental para prevenir complicaciones y mantener un bienestar general.
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Señales de alerta
Aumento de la sed: La sed excesiva puede ser causada por la eliminación de líquidos adicionales del cuerpo a través de la orina; el organismo intenta contrarrestar la deshidratación por el aumento de la glucosa en sangre.
Orina frecuente: El cuerpo intenta eliminar el exceso de glucosa a través de la orina, lo que puede resultar en una necesidad frecuente de orinar.
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Aumento del hambre: La resistencia a la insulina y la incapacidad de las células para utilizar eficientemente la glucosa pueden conducir a una sensación constante de hambre, a pesar de haber comido recientemente.
Fatiga y Debilidad: La falta de energía puede ser consecuencia de la incapacidad de las células para obtener glucosa adecuadamente; además, la deshidratación aumenta la sensación de cansancio.
Pérdida de peso no explicada: La pérdida de peso puede ocurrir debido a la descomposición de tejido muscular y grasa para obtener energía, ya que las células no pueden utilizar eficazmente la glucosa.
Visión borrosa: Los niveles altos de azúcar en la sangre pueden afectar la forma en que la lente del ojo enfoca la luz, lo que resulta en visión borrosa o cambios en la capacidad visual.
Infecciones frecuentes: La diabetes puede debilitar el sistema inmunológico, lo que hace que la persona sea más susceptible a infecciones, especialmente aquellas relacionadas con la piel, las encías y el tracto urinario.
Cicatrización lenta: Los altos niveles de azúcar en la sangre pueden afectar la capacidad del cuerpo para curar heridas y lesiones. La cicatrización lenta es un signo común de mala circulación y daño a los nervios.
Hormigueo o adormecimiento: La neuropatía diabética puede causar sensaciones de hormigueo o adormecimiento en extremidades, especialmente en manos y pies, debido al daño a los nervios periféricos.
Irritabilidad: Los cambios en los niveles de azúcar en la sangre pueden afectar el equilibrio hormonal y neurotransmisor, lo que puede contribuir a cambios en el estado de ánimo, como la irritabilidad y la dificultad para concentrarse.
Náuseas y vómitos: También se afecta el funcionamiento del sistema digestivo, causando síntomas como náuseas y, en casos más graves, vómitos.
Si estos síntomas persisten, es muy importante acudir a un centro de salud para una revisión médica y realizar los exámenes correspondientes.