Desde la antigüedad se creía que todas las personas en el mundo tienen a un doble malvado, y esta leyenda recibe el nombre de ‘doppelgänger’.
El folclore alemán y nórdico incluye el ‘doppelgänger’, palabra germana que proviene de ‘doppel’, que significa 'doble' y gänger: `andante' o caminante. Designa al doble espectral o sosías real de una persona que está viva, a diferencia de lo que sucede con un fantasma, definido clásicamente como la imagen de una persona fallecida que se aparece ante los vivos.
Los ‘doppelgängers’ se parecen tanto físicamente que, a veces, parecen gemelos virtuales
Por supuesto la ciencia tomó cartas en el asunto y descartó que hubiera un doble fantasmagórico o sosías malvados de cada persona, lo que sí es cierto, es que no nos salvamos de que haya alguien idéntico a nosotros.
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Científicos españoles descubrieron la explicación biológica de por qué en lugares distantes del planeta existen personas con rasgos faciales extremadamente similares, sin tener una relación de parentesco, y consideran estadísticamente factible que cada uno de nosotros no solo tenga un doble, sino incluso varios.
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La investigación estuvo a cargo del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras (IJC) donde se recopiló material biológico de individuos extremadamente parecidos, también llamados “look-alike” en inglés o “doppelgänger” en alemán, para ver si encontraban una razón objetiva de su similitud.
La razón de por qué tenemos gemelos que no son de nuestra familia
Explica que las personas con parecidos razonables fueron sujetas a programas de reconocimiento facial que permitieron descubrir parejas de individuos que eran casi indistinguibles entre sí.
Después se analizó su secuencia de ADN (genoma), su perfil epigenético (mecanismos de regulación del genoma) y su composición de microbios (microbioma), según el IJC.
Los resultados del estudio permitieron descubrir que los dobles humanos comparten variaciones similares de su ADN, particularmente relacionadas con los genes involucrados en la formación de la boca, la nariz, los ojos, la barbilla y la frente, según el Instituto Carreras.
Y las similitudes van mucho más allá del rostro, según apunta el doctor Esteller: “fue curioso comprobar que el parecido de estas parejas de dobles no solo se ceñía a los rasgos faciales, sino que, además de afectar a otras propiedades físicas (altura y peso), se extendía a ciertos rasgos del carácter y el comportamiento”.
Este estudio comenzó en 2016 con sujetos que habían participado en un reportaje fotográfico de François Brunelle