Hace aproximadamente tres décadas, un cometa estalló en Júpiter, provocándole agujeros en sus capas más externas; el cual sería descubierto por el matrimonio de astrónomos Eugene y Carolyn Shoemaker.
El 24 de marzo de 1993, la pareja Shoemaker en conjunto con su compañero canadiense David Levy, descubrieron lo que en aquel entonces se consideraría una gran colisión espacial.
Se dieron cuenta que un cometa orbitaba cerca del gigante gaseoso, que además, lo convertía en el primero en no orbitar directamente al sol.
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¿Qué quiere decir lo anterior? De acuerdo con la NASA, los cometas son objetos congelados, que en ocasiones son empujados por la gravedad en órbitas que los acercan al sol.
“Se convierten en los llamados cometas de períodos cortos, ya que les lleva menos de 200 años orbitar alrededor del sol y, en muchos casos, su aspecto es predecible porque pasaron por allí antes”.
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Los antecedentes del cometa
Este cometa que fue bautizado como Shoemaker- Levy 9, habría sido captado con anterioridad entre finales de 1960 y principios de 1970; donde el trío de astrónomos consideró que su órbita era muy elíptica alrededor de Júpiter.
Shoemaker-Levy 9, fue el noveno cometa que descubrieron los científicos durante su carrera, por eso lo nombraron de esa manera.
Se habían hecho predicciones de que el cometa pasaría a unos 45 mil kilómetros del centro de Júpiter; y acertaron por una diferencia menor de 5 mil kilómetros.
En aquel entonces, la gravedad de Júpiter era lo suficientemente intensa como para sobreponerse a la gravedad interna del cometa Shoemaker- Levy 9.
Debido al límite del Roche (la distancia mínima que puede soportar un objeto orbitando un cuerpo masivo, manteniendo su estructura por su propia gravedad, sin comenzar a desintegrarse) el cometa se fragmentó en 21 pedazos que continuaron su órbita.
Estos fragmentos impactaron sobre las nubes de Júpiter, dejando grandes marcas que perturbaron su atmósfera.