Los romeritos, un quelite cuyo nombre proviene del náhuatl quilitl que significa “hierba comestible”, son protagonistas en las mesas mexicanas durante la Navidad y otras celebraciones importantes como el Año Nuevo y la Cuaresma.
Este plato tradicional tiene raíces profundas en la historia de México, combinando la riqueza de la cocina prehispánica con las influencias de la época colonial.
¿Cómo se preparan los romeritos?
De acuerdo con el Gobierno de México, en tiempos prehispánicos, los aztecas valoraban enormemente los quelites, incluyéndolos en su dieta por sus múltiples beneficios nutricionales y medicinales. Durante la Colonia, los romeritos adquirieron un lugar especial en las celebraciones religiosas.
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En la víspera de Navidad, las vigilias religiosas evitaban la carne, lo que convirtió a este plato en una opción ideal. Este quelite se combinaba con mole poblano, que solía acompañar al pavo navideño, creando una mezcla deliciosa que perdura hasta hoy.
Además, son ricos en nutrientes, como proteínas, aminoácidos, calcio y vitaminas A, B y C. También son una excelente fuente de fibra, lo que los convierte en una opción saludable y llena de sabor.
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Actualmente se cultivan principalmente en la Ciudad de México y el Estado de México, donde las zonas rurales como Tláhuac tienen una producción significativa para satisfacer la demanda decembrina.
Este quelite se cosecha tras 60 a 70 días de su siembra en suelos salinos y alcalinos. Aunque su producción requiere cuidados específicos, se adaptan bien a diferentes climas, incluso resistiendo a los inviernos fríos.
En la Navidad, este platillo se sirve tradicionalmente con mole y tortitas de camarón, un sustituto de los antiguos ahuautles (huevecillos de mosco acuático) que los aztecas utilizaban en su preparación.
Incluir los romeritos en tu cena navideña es una forma de recordar nuestras raíces mexicanas y disfrutar de un manjar único en estas fechas especiales en compañía de tu familia y amigos.