Es el mes de la patria; en septiembre hay fechas históricas que marcan la vida y destino del país desde el siglo XIX hasta la actualidad: el inicio y consumación de la Independencia; la defensa del Castillo de Chapultepec, los sismos de 1985 y 2017… sucesos que tocan las fibras patrióticas de las y los mexicanos.
Una vez consumada la Independencia en 1821 y el siguiente medio siglo, los líderes, caudillos y políticos se empeñaron en la construcción de la Nación –con aciertos y errores– podemos decir que sentaron las bases institucionales, ideológicas, culturales y sociales para transitar del patriotismo al nacionalismo, es decir, formalizar en leyes, políticas públicas, símbolos y tradiciones las expresiones sociales del pueblo y la conformación de los poderes del Estado. Podemos decir, que después de 200 años, la hazaña está cubierta, porque en México nos sentimos muy orgullosos de serlo.
El llamado orgullo mexicano es uno de los logros ideológicos más contundentes tras las luchas armas: Independencia (1810-1821) y Revolución (1910-1921) que se construyeron a partir de las instituciones del Estado, las ideas y expresiones oficiales del relato histórico con héroes, caudillos y sucesos; el reconocimiento de las diversidades étnicas, lingüísticas, culturales y de tradiciones, así como las diversas Constituciones y leyes que legitimaron y ordenaron la vida pública de las sociedades. Expresiones artísticas y culturales como el muralismo, el corrido, el mausoleo pétreo de héroes, el cine y la música fueron los medios para construir ese orgullo que nos aflora en estas fechas con exacerbada expresividad.
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El investigador y politólogo Alejandro Moreno, con la publicación del reciente informe de “La Evolución cultural en México: cuatro décadas de cambios de valores 1982-2023” nos presenta una radiografía sobre los cambios y resistencias, reafirmación y metamorfosis que las y los mexicanos hemos tenido en los últimos cuarenta años en temas como el orgullo patrio y el nacionalismo. Los resultados nos advierten cómo los contextos ideológicos, económicos, las crisis de las instituciones, los factores externos como la relación con Estados Unidos, los nuevos valores y Derechos Humanos pueden influir en la manera de entender, expresar y vivir el nacionalismo y el patriotismo.
Algunas cifras de este informe para entender cómo nos vemos y qué tan orgullosos nos sentimos de ser mexicanos. En 1982, poco antes de terminar el gobierno de López Portillo, tras la crisis económica, el 66% de las personas encuestadas expresaron que se sentían muy orgullosos de ser mexicano. Y en tiempos de pleno neoliberalismo, en 1990, bajó al 56% y en el año 2000 tras el triunfo de Vicente Fox el 88% de la población mexicana expresaba un verdadero sentido de identidad nacional, pero con el peñismo bajó 15 puntos porcentuales, aumentando en pleno obradorismo el incremento fue sustancial llegando en 2023 al 84% cifra que casi alcanza a la reflejada al inicio del siglo XXI. El Estado mexicano de la 4T puede sentirse satisfecha de haber logrado una cohesión ideológica de sentimiento nacionalista y reconocimiento de la Patria mexicana.
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Sin embargo, en contraste, a la pregunta: ¿Usted estaría dispuesto a pelear por el país?... En 1982, a pesar de que poco más de la población se sentía orgullosa de ser mexicana, el 89% harían actos patrióticos por defender al país. No así en el 2023 que a la misma pregunta y con un enorme porcentaje de mexicanas y mexicanos que se sienten orgullos por serlo, no tomarían las armas para pelear por el país y eso quizá se deba a la enorme crisis de violencia, desapariciones forzadas y crimen organizado desalienta a la población a más crisis de seguridad.
En síntesis, podemos decir que hay un enorme y profundo orgullo nacional y un menor sentimiento patriótico. ¡Qué viva México!
Abramos la discusión: @salmazan71
