Este próximo 1º. de septiembre, volverán cerca de 23 millones de infantes –menores de 15 años– a las aulas en este país, y una nueva política de consumo nutricional se probará como parte de la estrategia nacional de educación y cambio de hábitos de consumo de productos alimentarios en las escuelas. En consecuencia, por los enormes problemas de obesidad y desnutrición que enfrenta este sector poblacional en México.
Para poder comprender la dimensión del problema de salud pública infantil que tenemos frente a nosotros, casi 15 millones de niños y niñas sufren obesidad y el 15% de la infancia entre 0 y 4 años tienen talla baja, es decir sufren desnutrición crónica. A pesar de ser uno de los retos institucionales y educativos más fuertes que enfrenta el país, las zonas rurales y las infancias más vulnerables son las que padecen la crisis alimentaria más aguda, afectando su desarrollo y limitando sus potencialidades y capacidades socioeducativas y de aprendizaje en su etapa de formación básica.
En el Atlas de Riesgos para la Nutrición de la niñez en México publicado recientemente, advierten que, la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad son los grandes retos de salud que el Estado Mexicano debe atacar con políticas públicas, esquemas educativos y estrategias de formación nutricional, abasto y alcance a los alimentos de la canasta básica a las familias más vulnerables y de zonas rurales para mitigar el problema que por espacio de tres décadas ha venido incrementándose provocando una crisis para la infancia mexicana.
En lo que va del presente siglo XXI, el problema de la obesidad infantil casi se duplicó, al finalizar 1990, se tenía registrado el 9% y para el 2023 es del 17.5% y en 21 estados de la República Mexicano se prevé que los niños desarrolles sobrepeso y obesidad en los primeros nueve años de su vida. Aunque hay estados como Baja California Sur y Nayarit donde la tendencia es el 90% de este sector poblacional vive con estos problemas de nutrición.
En este contexto, este nuevo ciclo escolar tiene cambios no sólo en lo educativo sino en las estrategias alimentarias dentro de las escuelas, al retirar de sus tienditas los productos ultraprocesados y las bebidas azucaradas, y promover los hábitos y consumo de alimentos sanos donde deben participar padres de familia y maestros. Como lo indican los especialistas en salud infantil, consideran que junto a estas acciones se deben de promover las tienditas o mercados con productos naturales de consumo y en las tiendas de conveniencia con mayor oferta de frutas y bebidas libres de endulzantes.
Estos años son definitivos en el futuro de la salud pública en México para revertir la crisis en hábitos alimentarios en la niñez y juventud que reviertan los efectos de discapacidad y problemas en la vida de los adultos de enfermedades crónicas que padece y representan incapacidades, disminución en la esperanza de la calidad de salud y enorme gasto público de atención en males derivados o consecuentes por obesidad y desnutrición. Apostar en el presente saludable de las infancias es mejorar la vida futura.
Abramos la discusión:@salmazan71