OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

El tiempo de Claudia Sheinbaum

Tras granar las elecciones el 2 de junio del 2024, Claudia Sheinbaum se convertía en la décima cuarta mujer en América Latina en llegar a la presidencia.

La presidente busca construir una ideología de género.
La presidente busca construir una ideología de género.Créditos: Cuartoscuro
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El próximo 1° de octubre se cumple el primero de los seis años de mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien llega con un histórico nivel de aprobación (79%) –8 de cada 10 mexicanas y mexicanas dan su voto de confianza – sobre todo, entre la población mayor de 55 años según la encuestadora Enkoll, no así entre 35 y 44 años que reprueban su ejercicio en el ejecutivo que alcanza hasta un 24% de los encuestados. Con todo y ello, llega a la plancha del zócalo el próximo miércoles con un alto reconocimiento por la mayoría del pueblo mexicano.

La diferencia de 2024 en que llegó a la presidencia, Claudia Sheinbaum tenía 6 puntos debajo de aprobación de lo que hoy tiene y el nivel de rechazo 3 puntos menos; conforme avanzaron los meses fue manteniendo un equilibrio en las fuerzas de aceptación entre lo discursivo y lo disruptivo. Al plantear en su mensaje de toma de posesión “No llego sola, llegamos todas”; establece no sólo una narrativa figurativa del cambio y ruptura del techo de cristal donde las mujeres están teniendo más presencia y acceso a la vida y los puestos públicos que durante la historia de México y otras latitudes de América Latina no era posible y aún hoy día, en varios países no es el tiempo de las mujeres.

Tras granar las elecciones el 2 de junio del 2024, Claudia Sheinbaum se convertía en la décima cuarta mujer en América Latina en llegar a la presidencia y la 26 mandataria en todo el mundo. Es decir, aún la brecha de género, la desigualdad cultural, política, ideológica, sexual y social está presente como una condición “natural” de la vida pública, profesional, económica de hombres y mujeres. En el caso mexicano, su llegada marca un hito y reduce esa inmensa e inequitativa brecha que persiste por una cultura machista sistémica que resiste aún este cambio generacional sobre el tiempo de mujeres.

A partir de esa narrativa, la presidente busca construir una ideología de género que acompañe la transición de las políticas públicas, las formas de gobierno y la paridad en los cargos y puestos claves de su gabinete. Es un proceso de a poco, que requiere de una ruptura a modelos sistémicos patriarcales donde el costo de romper y en su momento, erradicar el techo de cristal, es también tocar las fibras sensibles en los microescenarios e instituciones tradicionales de preservación de sistemas y valores, creencias y arquetipos como es la casa,  la escuela, la iglesia donde las resistencias a los nuevos modelos de construcción social de lo femenino, de la mujer y su participación profesional, ideológica, política o económica rompe y cuestiona viejos y violentos moldes de discriminación.

Por ello, al ver el dato duro del nivel de aprobación que tiene la presidenta entre el pueblo es de prestar atención, no sólo en el terreno de lo numérico y estadístico, sino en el campo de lo ideológico y cultural, partiendo que es la primera mujer en dirigir el poder ejecutivo en la historia del México Independiente; teniendo en contexto la enorme violencia de género que enfrenta nuestro país, el resistente poder patriarcal que impera en la cultura nacional, la fuerza que ejerce la Iglesia en las familias mexicanas y las tradiciones antiderechos que damos por descontado la invisibilidad hacia las mujeres, lo femenino y las diversidades sexo-genéricos en el espacio público y la participación social.

El tiempo de la presidente, es el momento de la ruptura y disminución paulatina y constante de las brechas de género, de las nuevas políticas sociales con perspectiva en la diversidad y esto no es posible si no se incluye una ideología progresista en Derechos Humanos sin distinción y con fuerte reconocimiento en la diversidad étnica, social, ideológica, cultural, lingüística, política y de género. ¡Si, es tiempo de mujeres!