En medio de la tragedia y el dolor de decenas de familias, llega una noticia que resulta de vital importancia para las víctimas de la explosión ocurrida hace unos días en el Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa: el anuncio de que Transportadora Silza, empresa propietaria de la pipa de gas, aportará todos los recursos económicos que sean necesarios para lograr la reparación integral del daño.
Dicha información cobra particular interés ya que mucho se dijo que la empresa no se había hecho responsable de las indemnizaciones correspondientes, lo que era una versión ajena a la realidad, por lo que las víctimas tendrán la certeza de que no serán abandonadas a su suerte.
Aunado a cuatro pólizas de seguro vigentes, presentadas a la autoridad, aparte del monto asegurado, se destinarán recursos adicionales para asegurar que todas las personas afectadas reciban la indemnización y el apoyo necesarios.
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Más allá del tema penal, resulta prioritario que tanto la empresa como la Fiscalía capitalina se enfoquen en la reparación integral del daño causado, lo que beneficiará sin duda alguna a las víctimas y sus familias, por lo que es fundamental que se firmen a la brevedad los acuerdos reparatorios respectivos.
Dividiendo… ONU: ocho décadas de retórica
Inicia la semana de Alto Nivel y la conmemoración del 80 aniversario de la Organización de las Naciones Unidas con muy poco que celebrar. Ocho décadas después de su fundación, el organismo llega con una agenda densa: Gaza, Ucrania, la reforma institucional que António Guterres impulsa bajo la etiqueta de UN80, y el perenne llamado a la cooperación frente a crisis globales como la desigualdad y el cambio climático.
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Discursos que habrán de transitar, como cada año, en un mundo ideal, porque lo cierto es que ya hace mucho tiempo que las decisiones del máximo órgano internacional son ignoradas por los propios países que se comprometieron en sus orígenes a hacerlas valer.
Sin ir muy lejos, hace apenas unos días Estados Unidos vetó en el Consejo de Seguridad una resolución que exigía un cese inmediato, incondicional y permanente del fuego en la Franja de Gaza, el levantamiento de las restricciones a la ayuda humanitaria y la liberación de rehenes en manos de Hamas. Pese a tener un sobrado respaldo, el veto de la Casa Blanca la dejó sin efecto. Al final pudieron más los intereses bilaterales que el bien común y de paso volvieron a poner en evidencia que la maquinaria institucional de la ONU es impotente frente a los intereses de las grandes potencias.
Pero este no es un hecho aislado. La Asamblea General ha condenado en repetidas ocasiones la invasión rusa a Ucrania en resoluciones que logran mayorías amplias, pero Moscú se parapeta tras su propio asiento permanente en el Consejo de Seguridad. El resultado es un mundo en el que los conflictos bélicos se prolongan mientras el sistema diseñado para contenerlos se limita a la retórica.
Ese doble juego ha ido erosionando, al paso del tiempo, la autoridad de la ONU que más que el supremo órgano diplomático se ha ido convirtiendo en un termómetro político. Por ahí habremos de ver desfilar esta semana a Donald Trump, a Benjamín Netanyahu y a Volodimir Zelenski cada uno recreando situaciones con las mismas piezas colocadas a modo y escondiendo debajo de la alfombra los miles de civiles masacrados, la mayoría mujeres y niños, que tuvieron la mala fortuna de nacer en el lugar equivocado.
La contradicción es grosera. Se habla de reformas, de hacer más ágil y moderno al sistema multilateral pero, mientras los cinco miembros permanentes del Consejo -Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido-, se aferren a un privilegio que usan más para bloquear que para construir consensos, ninguna Asamblea General logrará evitar que la ONU siga siendo un espacio para diagnósticos disfuncionales.
Ocho décadas después, la ONU sigue enfrentando un dilema existencial: seguir siendo un foro que refleje la correlación de fuerzas de 1945 o empezarse a transformar en un órgano de decisión. La respuesta está en esa quintilla de grandes que con una mano ofrecen magnanimidad y con la otra gestionan la suerte del mundo.
Restando… La nueva economía del metro cuadrado
En el mercado inmobiliario mexicano se está gestando una transformación silenciosa pero contundente: las viviendas medianas están perdiendo terreno, mientras que los departamentos pequeños ganan protagonismo. Datos recientes del portal inmobiliario Propiedades.com muestran cómo, en solo cinco años, la oferta de espacios entre 30 y 60 metros cuadrados ha crecido con mayor velocidad que cualquier otro segmento en las principales zonas metropolitanas del país.
El cambio no es menor. En la Ciudad de México, los departamentos pequeños pasaron de representar 11% de la oferta en 2020 a más de 14% en 2025. En Guadalajara, el fenómeno es aún más pronunciado: la participación de estas unidades se duplicó, de 6.6% a 15% en el mismo periodo, mientras que las propiedades grandes cayeron de 68% a 54%. Monterrey, históricamente dominada por casas amplias, comienza a mostrar fisuras: las unidades de menos de 80 m² ya representan casi 20% de la oferta, cuando en 2020 eran apenas 12%.
Detrás de esta tendencia están, por un lado, el encarecimiento del suelo y de la construcción, que ha hecho menos viable el desarrollo de proyectos de gran tamaño; por otro, el cambio demográfico hacia hogares unipersonales, jóvenes profesionales y parejas sin hijos que privilegian la ubicación y la accesibilidad económica sobre los metros cuadrados; y, finalmente, la velocidad con que se mueven estos inmuebles en el mercado, pues mientras una vivienda compacta se coloca en promedio en 90 días, una de más de 60 metros puede tardar hasta 180 días en venderse.
El resultado es un mercado cada vez más polarizado: los departamentos pequeños se convierten en la opción más dinámica y líquida, mientras que las propiedades muy grandes se mantienen en resistencia, sobre todo en Monterrey y ciertos sectores de la CDMX. Las viviendas medianas —las que tradicionalmente dominaban la oferta— son las grandes perdedoras de esta transición. La vivienda pequeña ya no es una excepción; es la regla que marcará el futuro inmediato del mercado inmobiliario en México.
Multiplicando… Zumpango y Cuauhtémoc, donde más vivienda se vende en la ZMVM
El municipio de Zumpango, en el Estado de México, es el que mayor número de viviendas ha vendido en la Zona Metropolitana del Valle de México el segundo trimestre de 2025, con 1,034 unidades, y un crecimiento anual del 5.1%. Le sigue la alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, con 938 unidades, aunque con una contracción del 4% en las ventas respecto al mismo período del año pasado, de acuerdo a la multinacional de consultoría inmobiliaria Tinsa México by Accumin.
En total, en el trimestre analizado se vendieron 7,566 viviendas en la Zona Metropolitana del Valle de México, lo que representa un crecimiento global moderado del 3.9% anual y del 11.6% trimestral. 41% de estas viviendas corresponden a la CDMX, 45% a los municipios conurbados del Estado de México y el 15% restante a los municipios del estado de Hidalgo. Esta última entidad ha ido creciendo su participación en el mercado, pues pasó de 844 unidades en el segundo trimestre de 2024, a 1,106 unidades al cierre del mismo período de este año.
Por zonas, la Norte se posicionó como líder en ventas, con 3,507 unidades vendidas, lo que representa 46.4% de participación y un crecimiento del 11% anual. La zona Centro concentró el 22% de participación con 1,674 unidades vendidas y un crecimiento del 12%. Tizayuca, Hidalgo, y Tecámac, Edomex, tuvieron un notable aumento del 30% en las ventas, principalmente en el segmento medio.
