OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

Aporofobia: el reto social

Somos una sociedad que tenemos aporofobia, enorme prejuicio y estereotipos hacia las poblaciones en situación de pobreza y vulnerabilidad social.

Si en tiempos del porfiriato ser pobre se refería al mendigo, vagabundo o garbancera.
Si en tiempos del porfiriato ser pobre se refería al mendigo, vagabundo o garbancera.Créditos: Cuartoscuro
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Hace unos días se conmemoró en nuestro país el aniversario del inicio del movimiento social de revolución que marcó un momento de ruptura y hartazgo con el régimen político y económico que se vivía en el llamado porfiriato, caracterizado por la enorme brecha social, económica y educativa. Sólo para dimensionar la situación, en 1910 cerca del 75% de la población era analfabeta y podía alcanzar hasta casi el 90% en los grupos indígenas del país, el 2% de la población concentraba la riqueza y más del 85% vivían en pobreza. Era un país de enormes contrastes y desigualdades. De ello han pasado 115 años, más de un siglo en que México ha enfrentado un enorme crecimiento demográfico, crisis económicas, políticas, inequidad, impunidad, corrupción, violencia y desigualdades profundas, es decir, grandes expresiones de la pobreza. Somos una sociedad que tenemos aporofobia, enorme prejuicio y estereotipos hacia las poblaciones en situación de pobreza y vulnerabilidad social.

Parte de los objetivos internacionales de los diversos organismos, programas y compromisos sociales a los que México se ha inscrito está la reducción de la pobreza como respuesta a los desafíos que enfrenta la humanidad y el planeta. Uno de los trabajos de la Agenda 2030 es crear estrategias, promover programas, generar estudios reales y estadísticos que reflejen las realidades y desafíos que se enfrentan las naciones para atender las desigualdades sociales, de salud, el cambio climático, las crisis educativas y tecnológicas y los problemas de seguridad, paz y territoriales. Conocer los resultados de estos estudios es reconocer los retos que enfrentamos las sociedades hacia la primera mitad del siglo XXI.

El INEGI, como dependencia encargada de hacer la radiografía social de México, ha impulsado una serie de publicaciones de consulta libre en su portal (https://datosenaccion.inegi.org.mx) que nos ayuda a conocer dónde estamos y cuál es la condición real. Datos en Acción es una herramienta bibliográfica que incentiva a la participación ciudadana. Y en este sentido, en el documento sobre pobreza, el reporte, análisis y descripción de cómo ha cambiado y se ha desplazado el concepto, la condición y los desafíos que enfrentamos rumbo a la tercera década de este milenio nos permite ubicarnos –fuera de las filiaciones ideológicas– dónde estamos parados frente a situación social de una vida digna.

Si en tiempos del porfiriato ser pobre se refería al mendigo, vagabundo o garbancera, y que se describía a partir del aspecto físico, alimentación e incluso vestimenta. ¿Qué significa un siglo más tarde ser pobre para las y los mexicanos? A partir de los años 50 se comenzó a asociar a la pobreza con la carencia de lo básico para vivir: comida, ropa, casa, agua potable, acceso a servicio de salud y educación. En el presente, se suman a estas condiciones la esperanza de vida amplia, acceder a tecnología, libertad de expresión, equidad de oportunidades y seguridad. Otras cuestiones que ONU-Habitad ha sumado es derecho a la ciudad, respeto al medio ambiente y mitigación del cambio climático, cuidado a la salud mental y la felicidad.

Bajo este contexto, actualmente, los análisis sobre la situación de pobreza a nivel internacional parten de la identificación del ingreso de las personas y compararlo con un ingreso mínimo suficiente para adquirir los bienes y servicios necesarios para una vida digna. El resultado, es con pocas variables con respecto a la época del porfiriato, el 72.9% de la población del país es pobre o vulnerable, siendo una de las mayores carencias el acceso a la seguridad social, y la brecha por género es otro de los factores, las mujeres son las más vulneradas en la crisis: seguridad, salud, inequidad, ingresos y educación.

Hablar, documentar, analizar y actuar en torno a las sociedades en situación y umbrales de pobreza es parte de los ejercicios institucionales, académicos, mediáticos, sociales para erradicar en primer término la aporofobia, es decir el rechazo al pobre, donde se conjugan dos elementos: los estereotipos y prejuicios, que limitan las acciones para romper las brechas sociales que son un lastre de crecimiento en nuestro país.

Abramos la discusión: @salmazan71