OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

Maestros: ¿amigos, proveedores o formadores?

Este día del maestro hay que pensar cuáles son los retos a los que se enfrentan en su profesión.

Los maestros tienen una importante misión con sus alumnos.
Los maestros tienen una importante misión con sus alumnos.Créditos: Freepik
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Hace unos días platicaba con un amigo, maestro de secundaria, sobre cuál había sido lo más triste que le había sucedido durante los 45 años que lleva dando clases. Su respuesta fue desconsoladora:

“Un día se subieron un par de rufianes a asaltar el microbús donde yo viajaba –me dijo-- y cuando uno de los ladrones, pistola en mano, llegó a mi lugar, él otro le dijo, «Pareja, a él no. Usted disculpe, profe, es que no lo reconocí». Uno de sus ladrones había sido su alumno hace años”.

Sin embargo, la mayoría de los exalumnos de mi amigo son personas de bien. Es un profesor íntegro y entregado. Además, uno no es responsable de las decisiones libres que para bien o para mal, tomen quienes pasan por nuestras aulas. Los profesores podemos ayudar a que tomen mejores decisiones de vida; pero hay otros muchos factores que no dependen de los maestros. La escuela no suple a la familia ni sustituye la libertad individual.

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Llevo dando clases casi 38 años. Les confieso que mi mayor orgullo son mis estudiantes: novelistas, cronistas deportivos, notarios, defensoras de derechos humanos, restauranteros, guionistas, juristas, actores, filósofos, bailarines, maestros de primaria…

He cometido equivocaciones y les pido perdón a los estudiantes que padecieron mis errores. De verdad, lo siento; no fue por mala fe sino, en la mayoría de las ocasiones, por inexperiencia. El oficio de maestro requiere de largos años de ejercicio. Por ejemplo, los maestros jóvenes suelen dejar largas tareas y aplicar exámenes muy difíciles, lo cual no siempre es la mejor estrategia. Es normal que así suceda; falta de experiencia. Al menos en mi caso, con el paso del tiempo, me he hecho más comprensivo con los estudiantes.

Sin embargo, el primer reto que enfrentamos los profesores es saber exigir a nuestros alumnos esfuerzo y disciplina para que aprendan y se formen integralmente. Una tentación de cualquier profesor es pretender caerle bien a los alumnos a cualquier costo. No, nuestro deber con ellos no es ganarnos su simpatía y benevolencia, sino enseñarles, eso sí, respetando su dignidad. Con el tiempo, si somos justos, profesionales y afables, lo más probable es que nos ganemos su simpatía, incluso su amistad; pero ese no es nuestro propósito primordial.

Nuestros estudiantes no son clientes a quienes debemos contentar, sino personas a quienes debemos formar. Por ello, no dejan de tener cierto riesgo que las autoridades de las instituciones educativas pidan a los estudiantes que evalúen a sus profesores. Conozco casos de maestros que están más preocupados por la “calificación” que sus estudiantes le van a poner al final del semestre, que por lo que en verdad aprendieron los estudiantes (¡Vaya paradoja!). No se me malinterprete. No niego que tales evaluaciones tengan una función importante; al menos en mi caso, me ayudan mucho los comentarios de mis alumnos. Los profesores debemos ser ejemplo de mejora continua y estar abiertos a la crítica. Lo que digo es podemos desenfocarnos; lo nuestro no es complacer, sino enseñar. Y a la larga, al menos en mi experiencia, ese es el principio de la amistad, pues ellos advierten nuestro compromiso con ellos.

¡Gracias a mis maestros exigentes y afables! A Martha Q., a Carlos P., a Mauricio B, a Héctor L., a Carlos Ll., a Alejandro Ll., a Jorge M. Y gracias también a mis estudiantes de antaño que hoy se han convertido en maestros míos.

¡Sapare aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal