Como en todo el mundo, existen poderes que dominan en las regiones y que marcan la agenda y la dinámica de éstas. En el caso del Medio Oriente, Irán y Arabia Saudita son los dos países árabes que ostentan el dominio dentro de la región, sin embargo, esta competencia por el dominio los convirtió en rivales históricos. No obstante, el 10 de marzo, los mandatarios de estos países se reunieron en China para restaurar sus relaciones diplomáticas, lo cual dice mucho sobre cómo la dinámica en la región está cambiando, pero también habla de un cambio en el balance de poderes a nivel mundial que ha desplazado a Estados Unidos como el mediador por excelencia.
Como se revisó en otro artículo, hace varias décadas Irán y Estados Unidos eran aliados, tanto así que fue Estados Unidos quien ayudó a Irán a iniciar con su programa nuclear a cambio de obtener beneficios de la industria petrolera. Sin embargo, cuando ese pacto terminó con la llegada de la Revolución Iraní, la relación amistosa también se acabó. Por décadas, los países árabes tenían una enemistad con Irán por diferencias religiosas que finalmente derivan en temas políticos, situación que Estados Unidos supo aprovechar.
En términos generales, Estados Unidos solía tener una posición sólida en la región, sin embargo, desde hace tiempo ha dejado espacio para que otras potencias asuman un papel más activo, situación que se agudizó con Estados Unidos enfocando su atención en la invasión rusa de Ucrania. Las relaciones entre Estados Unidos y el Medio Oriente tuvieron un declive sobre todo tras los atentados del 11-S, cuando Estados Unidos con su entonces presidente George W. Bush, decidió cambiar la manera de aproximarse a la región, invadiendo y llevando la guerra a los países árabes desestabilizando la región por completo. Sobre eso hablamos también en otro artículo, cuando fue la reunión trilateral entre Irán, Rusia y Türkiye en julio del 2022.
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Sin embargo, Estados Unidos también trabajó sus relaciones y alianzas con otros países, por ejemplo, con Arabia Saudita –el rival histórico de Irán— con quien tiene relaciones diplomáticas desde 1940. Su relación básicamente consistía en un intercambio de protección militar a cambio de beneficios petroleros, aunque en 2019 Arabia Saudita se dio cuenta de que EE. UU. no podría protegerle de manera efectiva cuando Irán atacó una de sus instalaciones petroleras más importantes. La relación entre estos dos países tan distintos ha sobrevivido eventos como el 11-S –donde se dice que participaron saudíes— y más recientemente el asesinato del periodista saudí del The Washington Post, Jamal Khashoggi, pero todo apunta a que eso está por cambiar.
Estados Unidos, consciente de que el enfriamiento de las relaciones con los países árabes significa dejar un vacío que puede (y está siendo) llenado por China y/o Rusia inició una nueva estrategia durante la era Trump a través de su otro gran aliado: Israel. La estrategia consistió en normalizar las relaciones de los países árabes con Israel, el otro enemigo de Irán. Hasta cierto punto suena lógico unir a todos los enemigos de Irán, pero había un punto que mantenía unidos a los países árabes contra Israel, que era un remanente del panarabismo y que se manifestaba a través de la solidaridad hacia Palestina. No obstante, algunos países quebraron el consenso y firmaron los Acuerdos de Abraham, pues los beneficios económicos son prometedores, aunque también debe decirse, desde antes de éstos, muchos países ya mantenían relaciones de manera no oficial con Israel.
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Sobre la razón por la que Arabia Saudita e Irán son (o eran) rivales tiene que ver con que ambos países querían ser los líderes políticos y económicos de la región (por supuesto hay más) para lo cual emplearon diversas estrategias, una de ellas, las guerras proxy, es decir, que ambos países financiaban y armaban a grupos en otros países (por ejemplo, en Irak y Pakistán) para desestabilizarse mutuamente. En las negociaciones de hace unos días este punto tuvo una relevancia particular, pues además de llegar a acuerdos de cooperación en materia económica, cultural o tecnológica, ambos países también acordaron dejar de financiar a estas organizaciones.
Que Arabia Saudita e Irán llegaran a un acuerdo para retomar sus relaciones diplomáticas es un punto de inflexión en la región, porque de manera implícita se puede pensar que Irán dejará de ser el enemigo no solo de Arabia Saudita, sino de los países árabes en su conjunto. A la vez, esto trae la pregunta de si el acercamiento que habían tenido varios países árabes con Israel tendrá algún cambio.
Biden recientemente había intentado acercarse más a la región, tan solo el año pasado el presidente de los Estado Unidos viajó para reunirse con Israel y Arabia Saudita para reforzar su plan contra Irán. También en una cumbre con países árabes anunció apoyos para proyectos humanitarios, pero los mandatarios no se mostraron muy receptivos. Entre julio del año pasado y el día de hoy lo que ha ocurrido es que en Israel hay ahora un gobierno radical de ultraderecha y que Arabia Saudita e Irán están estrechando relaciones con la mediación de China mientras Biden es cada vez más criticado por continuar apoyando al gobierno israelí.
Pero a veces en detalles simples también pueden verse señales del cambio en las relaciones internacionales. Por ejemplo, al entrar a la página oficial de noticias de Arabia Saudita llama la atención las opciones de idiomas para visualizar las noticias, además de árabe, inglés y francés, el portal da la opción para leer las noticias en farsi (idioma oficial de Irán), ruso y chino. Otras veces es más evidente, como ver titulares que hablan de ejercicios navales conjuntos entre Irán, Rusia y China seguidos de ejercicios entre las fuerzas aéreas de Israel y Estados Unidos.
Jeziret Gallardo
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