Tras el reciente fallecimiento de Mauricio Fernández, exalcalde de San Pedro Garza García, han resurgido diversas entrevistas y videos del político donde no solo habla de su familia, sino también de temas que le apasionaban como el arte, la naturaleza e incluso, compartió como fue su vida cuando era joven; en una reunión con Nayo Escobar hace tres años, Fernández recordó aspectos de su niñez y juventud que, comentó, marcaron su carácter y lo acompañaron a lo largo de su trayectoria.
Fernández contó que nació en Monterrey, en un hospital de la colonia Chepevera, y que pasó sus primeros años en la zona del Obispado hasta los cuatro, cuando su familia se mudó a San Pedro. En ese entonces, relató, el municipio era muy distinto al actual, con pocos habitantes y pocos lugares donde entretenerse.
Recordemos que Fernández Garza fue hijo de Alberto Fernández Ruiloba, uno de los fundadores del Partido Acción Nacional en el estado, y Margarita Garza Sada, hija del empresario regiomontano Roberto Garza Sada, lo que le permitió crecer en un entorno acomodado.
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Dijo que tuvo una infancia sencilla, en la que jugaba en la calle como cualquier niño; recordó que utilizaba camiones para trasladarse y que solía andar en patines, llegando incluso a recorrer en ellos la distancia del Obispado a San Pedro.
Comentó también que durante su niñez y juventud no fue muy social y, en ocasiones, sentía que no lo comprendían. Aun así, desde temprana edad desarrolló un interés especial por la naturaleza, lo que lo llevó a realizar exploraciones en distintas selvas de México con el apoyo de su familia.
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Una de esas experiencias la vivió a los 16 años, cuando emprendió junto a un amigo una expedición en Tres Zapotes, Veracruz, que duró 15 días. Narró que el clima complicó la aventura, ya que estuvo lloviendo todo el tiempo, lo que mantuvo su ropa y equipo mojados. Aunque su propósito era cazar un jaguar, animal que alcanzaron a ver, no lograron su objetivo.
Además de la naturaleza, señaló que sus pasiones incluían los animales y la numismática, afición que lo llevó a coleccionar y comercializar monedas. Contó que incluso llegó a vender armas a policías de San Pedro, con quienes también solía salir de cacería.
Reconoció que fue imprudente en varias ocasiones, aunque siempre contó con el apoyo de sus padres. Como ejemplo, relató que en su juventud practicaba disparos con amigos, llegando incluso a lanzar tiros hacia botellas colocadas sobre sus cabezas, algo que, admitió, pudo haber terminado en tragedia.
Finalmente, Fernández comentó que disfrutó plenamente su niñez y juventud, pero destacó que lo que más influyó en su vida adulta fue la libertad con la que creció, pues le permitió experimentar y forjarse como la persona que llegó a ser.
