Ícono indiscutible de la identidad regiomontana, el Cerro de la Silla, declarado Monumento Natural Protegido desde 1991, es un destino imperdible para residentes y turistas.
Esta majestuosa montaña, parte de la Sierra Madre Oriental, se extiende entre los municipios de Guadalupe y Juárez, atrayendo a miles de visitantes anualmente con su imponente silueta y riqueza natural.
¿Por qué se llama así y cuál es la historia detrás de este emblema de Monterrey?
El nombre del Cerro de la Silla fue otorgado por Alberto del Canto, un militar y explorador portugués. Según registros históricos, el perfil de la montaña le recordó a una silla ecuestre, y su denominación ha trascendido como símbolo cultural de Nuevo León.
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Con una extensión de 6 mil 039 hectáreas, el Cerro de la Silla alberga diversos ecosistemas como bosques de encinos, matorrales submontanos y chaparrales. Además, cuenta con cuatro picos principales:
- Pico Antena: La ruta más popular por su facilidad y la presencia de la antena de Televisa Monterrey.
- Pico Norte: Con una altitud de 1,821 m, cuenta con un pararrayos para prevenir incendios.
- Pico Sur: Considerado el más desafiante y peligroso para los visitantes.
- Loma de la Virgen: Situado junto al Pico Sur, ofrece vistas espectaculares.
- Subir al Cerro: consejos y recomendaciones
El ascenso al Cerro de la Silla es una experiencia única, pero requiere preparación:
- Usa calzado cómodo y lleva agua y bocadillos energéticos.
- Sigue las señalizaciones de seguridad y cuida la limpieza del área.
- Sube en compañía de personas que conozcan las rutas para mayor seguridad.
Para quienes buscan una alternativa más sencilla, el teleférico permite apreciar las vistas panorámicas sin la necesidad de una caminata extensa.
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El Cerro de la Silla no solo es un atractivo natural, sino también una fuente de inspiración artística. Antonio Tanguma Guajardo, conocido como el “Rey del Acordeón”, compuso una canción en su honor, exaltando la belleza y la cultura de la Sultana del Norte.
Esta joya de Nuevo León, símbolo de orgullo para los regiomontanos, sigue siendo un emblema de la riqueza natural y cultural del estado.