Entre las leyendas más conocidas de Monterrey, hay una que prevalece a pesar de los años que han pasado, como la historia del “Niño del violín” del Panteón del Carmen, uno de los cementerios más antiguos de Nuevo León, y de los más destacados del norte de México, inaugurado el 17 de abril de 1901, cuando en aquel entonces el gobernador del estado era Bernardo Reyes.
Al interior del panteón aún se pueden ver las tumbas y mausoleos, muy bellos detalles y adornos de aquella época, pero si algo resalta más, a unos metros de la entrada principal, es la escultura de un niño que posa con un violín bajo el brazo.
Debajo de esa escultura se encuentra la tumba de Gregorio Alanís González, quien era un joven músico originario del municipio de Santiago, Nuevo León, que lamentablemente murió a los 13 años de edad en 1908 por tuberculosis.
Te podría interesar
El fallecimiento de Gregorio causó gran dolor a sus padres Ramón Alanís y Manuela González, quienes decidieron honrar la memoria de su pequeño inmortalizándolo en una escultura en la que le colocarían su violín. Para ese trabajo contrataron a un artista de primer nivel proveniente de Italia, y el resultado es impactante.
Durante muchos años, la escultura de a quien ahora apodan como “Goyito” en tamaño real, sorprende y ha dado la bienvenida a los visitantes del panteón, pues este se encuentra muy cerca del corredor principal del cementerio.
Te podría interesar
Se dice que por las noche suenan los acordes de un violín ejecutados con mucho sentimiento, los cuales provienen directamente de la cripta de Gregorio.
Incluso hay quienes aseguran que lo han visto deambular entre las tumbas.