A inicios de abril, los meteorólogos de la Universidad Estatal de Colorado (CSU) emitieron un pronóstico alarmante: la temporada de huracanes del Atlántico para 2024 se espera que sea "extremadamente activa".
Esta alerta se basa en las cálidas temperaturas de la superficie del mar y en la menor cizalladura del viento, condiciones propicias para la formación y el desarrollo de tormentas tropicales.
Según la proyección de la CSU, citada por la agencia de noticias Reuters, se esperan un total de 23 tormentas con nombre, de las cuales 11 podrían convertirse en huracanes.
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De estos, se prevé que al menos cinco sean huracanes de gran magnitud, con vientos superiores a 178 km/h.
Estas previsiones son cruciales para las comunidades costeras y las empresas energéticas, especialmente en el Golfo de México, donde se encuentra una parte significativa de la producción de crudo y gas natural de Estados Unidos, así como una gran capacidad de refinado de petróleo.
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¿Por qué se espera una temporada de huracanes 2024 extrema?
El autor principal del pronóstico de la CSU, Phil Klotzbach, señaló que las temperaturas superficiales del mar por encima de la media y el fin inminente del patrón meteorológico de El Niño son los principales impulsores de esta temporada activa de huracanes.
La transición abrupta de El Niño a La Niña también genera preocupaciones adicionales en América Latina.
Expertos advierten sobre posibles oscilaciones en los patrones de lluvias y sequías, así como una temporada fuerte de huracanes, lo que aumenta la vulnerabilidad de las comunidades afectadas.
Este cambio repentino entre los fenómenos climáticos presenta desafíos significativos para la resiliencia y la adaptación de las especies y las poblaciones humanas.
“Esto nos da una llamada de atención a todos a estar en alerta significativa y máxima ante estos cambios", apuntó Yolanda González, directora del Centro Internacional de Investigación para el Fenómeno El Niño (CIIFEN).
La incertidumbre sobre cómo responderán los ecosistemas a estos cambios bruscos plantea un escenario desafiante y preocupante para la región.
En resumen, la temporada de huracanes de 2024 se perfila como una amenaza significativa para las comunidades costeras y las economías de la región, lo que destaca la importancia de la preparación y la vigilancia ante los eventos climáticos extremos.