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La tarde transcurría con normalidad en el CCH Sur, cuando el ambiente académico se tornó en tragedia. Javier Hernández, estudiante de tercer semestre, descansaba en la banqueta mientras comía con su novia Guadalupe Romero.
De pronto, un compañero apareció encapuchado y con el rostro cubierto, sin mediar palabra, lo golpeó, y enseguida sacó un cuchillo con el que lo atacó directamente en el cuello y en el abdomen. Los gritos de auxilio de Guadalupe estremecieron el plantel. Ella intentó defenderse mientras el agresor buscaba herirla también antes de escapar.
En medio del caos, un trabajador de mantenimiento intentó detener al agresor, pero fue alcanzado por el arma blanca y trasladado de urgencia a un hospital. La persecución continuó dentro del campus. Alumnos y empleados corrieron tras el atacante, quien al sentirse acorralado subió hasta el tercer piso de un edificio y en un acto desesperado se lanzó al vacío. La caída le provocó fracturas en ambas piernas.
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"Queridos todos, no, no, no va a haber clases. Pasó una tragedia aquí en CCH, parece ser que apuñalaron a dos chicos en el estacionamiento de profesores y estamos aquí, entonces no nos dejan salir y más bien están desalojando a todos los estudiantes. Entonces, no vengan porque va a ser para caos. Chicos, porfa, no vengan, corran la voz que no va a haber clases todos los grupos, todos los años, todo, todo, todo. Gracias, están sacando a todos".
La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital del país informó que pese a que al llegar al lugar no se les permitió el acceso al plantel por su carácter autónomo, confirmaron el ataque. Autoridades escolares trasladaron al presunto agresor a un hospital, donde permanece bajo custodia policial en calidad de detenido.
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El desenlace fue fatal. Javier Hernández perdió la vida a consecuencia de las heridas. La conmoción obligó al desalojo inmediato de la escuela. Las clases fueron suspendidas y las autoridades del plantel condenaron y lamentaron profundamente lo ocurrido. La comunidad estudiantil golpeada por la violencia exige, hoy más que nunca, atención a la salud mental y programas de prevención.
Lo que comenzó como un día escolar ordinario, terminó marcado por el miedo, la indignación y el dolor de una comunidad que llora la pérdida de uno de sus jóvenes.
