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En entrevista con Pamela Cerdeira, para MVS Noticias, José Antonio Pontón, especialista en tecnología, abordó el tema de Australia prohíbe a menores de 16 años el uso de redes sociales.
A partir del 10 de diciembre, Australia implementa una estricta ley que prohíbe el acceso a las redes sociales para menores de 16 años, marcando un hito en la regulación digital.
Esta decisión ha generado un intenso debate sobre la influencia de las plataformas digitales en la salud mental de los jóvenes. La medida busca cerrar el acceso a aplicaciones populares como TikTok, Instagram y Snapchat.
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partir de ahora, las cuentas de menores serán congeladas, lo que limita su interacción y acceso a contenido en línea. “Si te cacho y veo a menores de 16 años usando estas plataformas, la multa puede llegar hasta 33 millones de dólares”, advirtió un legislador australiano.
¿Qué ha llevado a Australia a tomar esta decisión?
Según las autoridades australianas, el uso excesivo de redes sociales puede tener efectos negativos en el desarrollo de los adolescentes. “Está comprobado que su uso puede dañar el cerebro y llevar a la procrastinación”, explicaron.
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A partir de ahora, las plataformas deberán utilizar algoritmos avanzados e incluso reconocimiento facial para verificar las edades de los usuarios. Asimismo, se espera que el Parlamento Europeo adopte medidas similares, ampliando el impacto de esta regulación. "Esto demuestra la capacidad de regulación estatal en temas que parecían desregulados", opinó.
Reacciones a la prohibición
La prohibición no ha estado exenta de controversia, ya que muchos jóvenes han expresado su descontento. “Las redes sociales son mi forma de comunicación con el mundo”, argumentó un adolescente afectado por la medida.
Por su parte, algunos padres han decidido dotar a sus hijos de VPN para eludir restricciones, lo que pone de manifiesto la resistencia de algunos ante esta nueva ley. En medio de este panorama, se plantean inquietudes sobre la influencia social que las restricciones podrían generar. “Hay generaciones enteras que crecieron sin redes sociales, y no les pasó nada”, decían voceros a favor.
Este experimento podría abrir la puerta a modelos similares en otras naciones, reflejando una tendencia global hacia un uso más consciente de la tecnología. Es un momento clave que pone a prueba la responsabilidad de los estados ante el bienestar de las nuevas generaciones.
