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En su colaboración para MVS Noticias con Luis Cárdenas, Óscar Balderas —periodista especializado en crimen organizado— puso en el centro del debate los recientes ataques militares de Estados Unidos contra embarcaciones que, según Washington, transportaban drogas. Balderas conecta esos hechos con prácticas históricas del crimen en las costas de Guerrero (lo que llama “playeo”), las limitaciones legales de las fuerzas mexicanas en el mar y el posible efecto en grupos del Pacífico mexicano.
La fragilidad de México para enfrentar la presencia del crimen organizado
Balderas describe la operación estadounidense como una política de acción directa en mar abierto, que —según él— puede entenderse como parte de una estrategia destinada a golpear rutas marítimas que conectan a grupos criminales.
En la conversación aparece la cifra (citada en el diálogo) de operaciones muy alejadas de la costa mexicana —“800 kilómetros”— que, en la práctica, sitúan el debate entre lo que es mar patrimonial y lo que se considera aguas internacionales.
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“Desde la estrategia que tienen los gringos de matar y preguntar después… Mato primero, pregunto después.” “No es casualidad que esto haya ocurrido a unas costas, a unos kilómetros de la costa de Acapulco… es una zona que tradicionalmente han utilizado los grupos criminales para hacer el famoso playeo.”
¿Cómo es el "playeo" en Guerrero?
En su explicación sobre el playeo, Balderas traza la logística: avionetas ligeras que dejan paquetes equipados con GPS, redes de pescadores (muchos empobrecidos o en veda) contratados u obligados para recoger la mercancía, y el uso eventual de sumergibles o semisumergibles que requieren operadores con formación técnica avanzada.
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Ese terreno operativo, dice, es precisamente donde la ausencia de instrumentos legales claros y de inversión en capacidad naval mexicana hace más difícil la contención.
Las operaciones militares estadounidenses han sido reseñadas por agencias internacionales y han generado cuestionamientos sobre legalidad, evidencias y consecuencias diplomáticas en la región. Balderas enlaza ese fenómeno externo con la realidad interna mexicana: la facilidad con que el crimen cooptó a poblaciones costeras tras desastres (menciona el paso de Otis) y la carencia de una estrategia nacional adecuada para combatir las rutas marítimas.
