Los motivos por los que un artista decide recurrir a las drogas son diversos, pero en el caso de Tony Bennett, podría decirse que fue por una crisis en su carrera.
El jazz, así como el blues son la cuna de la música que escuchamos hoy en día, aunque la evolución en la industria puso en jaque a varios cantantes y agrupaciones desde hace décadas, y el crooner italoamericano no fue la excepción.
Desde antes de la década de 1970 el intérprete de "I Left My Heart In San Francisco", así como el resto de cantantes de la época, notaron que los jóvenes ya no estaban tan interesados en la música que creaban, lo que llevó a Bennett a un estado depresivo, acompañándose del alcohol y cocaína.
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Aunque intentó adentrarse en el mundo del rock, cuando el boom permeaba gracias a “The Rolling Stones”, “The Beatles”, “Led Zeppelin”, entre otros más, el fracaso fue la respuesta avasalladora que terminó por romper al cantante.
Pese a ello y con un poco de paciencia, supo que, al hacer colaboraciones como con Lady Gaga, Amy Winhouse, hasta con el propio Alejandro Sanz, sería una buena forma de mantenerse al margen y seguir con el arte que más le gustaba.
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Una leyenda viendo morir a otras
Tony Bennett vio morir a dos grandes leyendas, primero a Amy Winhouse en 2011, y un año después a Whitney Houston, cuyo deceso dejó un gran impacto en el músico.
Fue entonces en la cena pre Grammy de Clive Davis donde el artista italoamericano dijo que estaba consternado por la muerte de la cantante y pidió a las autoridades legalizar las drogas "como se hace en Holanda", para que el control de su consumo sea mucho más moderado y con ello dejen de morir personas por las adicciones a las sustancias ilegales.
Tony Bennett, uno de los vocalistas más consumados y queridos del jazz y la música popular, era el último gran "crooner" del siglo XX y "el mejor cantante de este negocio" para su amigo Frank Sinatra, que admiró el entusiasmo, la calidad técnica y la calidez emocional de un artista exitoso hasta el final.