La muerte de ‘La Tigresa’ no solo ha traído que se recuerde su increíble trayectoria por la pantalla grande, también provocó que se desempolvara una parte de su vida amorosa, que seguro muchos ni siquiera conocían.
Irma Consuelo Cielo Serrano Castro, mejor conocida como Irma Serrano o ‘La Tigresa de la Canción Ranchera’, tuvo una vida que siguió los clásicos lineamientos de toda artista: polémica, controversias y liberalismo.
Además de su increíble talento y belleza que la llevaron no solo a formar parte de la época del Cine de Oro mexicano, sino también en la industria musical, Irma Serrano se caracterizó por sus aventuras amorosas.
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El amor es un concepto que difícilmente se puede dejar de lado si hablamos de la farándula.
Y es que ‘La Tigresa’, a pesar de la persecución y señalamientos que vivió—aun siendo una mujer de la tercera edad— demostró que las mujeres (deben y pueden) vivir su sexualidad como se les dé la gana.
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Los amores de la actriz causaron tanta polémica como su película “Naná” (1985), pero el que más la dejó flechada no fue ni el expresidente, ni el ex gobernador de Veracruz.
Se trató de Alejo Peralta y Díaz Ceballos, un exitoso empresario poblano, cuyo retrato siempre estuvo en la recámara de ‘La Tigresa’.
Aunque Irma Serrano llegó a declarar que don Alejo había sido una "pérdida de tiempo" en su vida, también fue una de sus "puntadas" más grande.
Lo anterior lo dio a conocer su compadre, el cantante José Julián, quien otorgó una entrevista al portal ‘Quién’.
El cantante también destacó que su relación con Irma Serrano ‘La Tigresa’ fue meramente de amistad, pues fungió como uno de sus confidentes en el ámbito del amor.