En la mesa de muchos hogares mexicanos la alfalfa aparece como ingrediente de jugos verdes o ensaladas frescas. Sin embargo, detrás de esas hojas verdes que solemos asociar con la buena digestión, se esconde una larga tradición medicinal reconocida por la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM.
Esta leguminosa, conocida científicamente como Medicago sativa y popularmente como lucerna o mielga, ha sido valorada desde la antigüedad no solo como un complemento alimenticio, sino también como un recurso terapéutico en diversas regiones de México.
¿Cuáles son las propiedades nutricionales de la alfalfa?
La alfalfa es una planta de extraordinario valor nutricional. Su riqueza en vitaminas y minerales, particularmente calcio y vitamina D, la han convertido en un aliado para fortalecer los huesos, mejorar la salud dental y complementar dietas con deficiencias específicas.
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De hecho, en la agricultura y la ganadería se considera un alimento clave, pues aporta energía y proteína tanto a humanos como a animales, lo que demuestra la amplitud de sus beneficios.
Esto dice la UNAM sobre los usos medicinales de la alfalfa
Más allá de su valor alimenticio, la alfalfa destaca por sus aplicaciones en la medicina tradicional mexicana. De acuerdo con los registros de la UNAM, la planta se emplea principalmente para atender dolencias relacionadas con los riñones. Entre las preparaciones más comunes se encuentran cocimientos elaborados con hojas molidas y filtradas, que se beben como remedio para dolores renales o problemas biliares.
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En otras prácticas populares, se prepara en baños medicinales con la intención de disminuir la inflamación pélvica o aliviar malestares persistentes en la zona renal. Estos usos reflejan la importancia que ha tenido la alfalfa como recurso casero en comunidades rurales y urbanas.
Además de sus aplicaciones renales, la alfalfa también se utiliza en el tratamiento de problemas nerviosos. En distintas regiones de México se preparan infusiones de la planta para calmar lo que se conoce popularmente como “nervios alterados”.