El ajonjolí, mejor conocido en otras partes del mundo como semilla de sésamo, es mucho más que un ingrediente que da sabor y textura a panes o dulces tradicionales. Detrás de esas diminutas semillas hay una historia que conecta continentes, culturas y saberes medicinales que siguen vivos hasta hoy.
Originario de África y Asia, este cultivo ha viajado a lo largo de siglos para convertirse en parte de la vida cotidiana en México, donde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lo reconoce como una planta con propiedades importantes dentro de la medicina tradicional.
El viaje del ajonjolí: de África a América
El ajonjolí (Sesamum indicum) tiene un origen que se remonta a regiones africanas y asiáticas, donde era considerado un alimento de alto valor nutritivo y, en algunos casos, un recurso sagrado.
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Con el tiempo, su cultivo se expandió hacia el Medio Oriente, Europa y posteriormente a América, donde se integró de forma natural a la dieta y la cultura popular.
En México, el ajonjolí se cultiva principalmente en estados del sur y sureste, pero no solo se aprecia por su riqueza culinaria; también ha sido adoptado como parte de las prácticas de la medicina tradicional mexicana, lo que le ha permitido mantenerse vigente no solo en las cocinas, sino en la salud comunitaria.
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Los usos medicinales del ajonjolí. según la UNAM
De acuerdo con la Biblioteca Digital de Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM, el ajonjolí es reconocido especialmente por su papel como planta lactógena. En comunidades de Oaxaca, por ejemplo, se prepara una bebida moliendo las semillas y disolviéndolas en agua, la cual se consume como “agua de tiempo” para favorecer la producción de leche materna.
Este uso, documentado en fuentes oficiales, resalta cómo un alimento tan común puede transformarse en un aliado de la salud materna, al punto de convertirse en parte de los rituales y prácticas de cuidado durante el posparto. La medicina tradicional no lo ve solo como un alimento, sino como un recurso terapéutico con una función muy específica.
Aunque la UNAM lo resalta principalmente por su efecto lactógeno, el ajonjolí no se limita a esa función. Diversos estudios realizados dentro y fuera de la institución han explorado su riqueza nutricional, destacando que a partir de sus semillas se puede elaborar harina destinada al consumo humano.
