COVID-19 prolongado: Descubren nuevos efectos similares a la artritis reumatoide o Parkinson

Un estudio en Australia demostró que esta afección puede causar discapacidades comparables a un derrame cerebral.

El COVID-19 prolongado deja secuelas comparables a enfermedades crónicas y plantea un reto urgente para la salud pública mundial.
El COVID-19 prolongado deja secuelas comparables a enfermedades crónicas y plantea un reto urgente para la salud pública mundial.Créditos: Freepik
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El COVID-19 prolongado sigue siendo una de las secuelas más preocupantes de la pandemia. Aunque la fase aguda del virus suele resolverse en pocos días, cada vez más estudios confirman que en algunos pacientes los síntomas persisten por meses e incluso años.

El COVID-19 prolongado puede dejar secuelas neurológicas y físicas similares a las de enfermedades crónicas.
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COVID-19 prolongado: un problema más allá de la infección inicial

De acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta afección se caracteriza por la presencia de síntomas que duran al menos tres meses tras la infección inicial, sin otra explicación médica clara. Estos pueden incluir fatiga extrema, dolor muscular, niebla mental, dificultad para respirar y limitaciones en la movilidad.

Un nuevo estudio realizado en Australia, publicado en la revista Australian Journal of Primary Health, alerta que las consecuencias del COVID-19 prolongado pueden ser tan incapacitantes como las de enfermedades crónicas y neurodegenerativas como la artritis reumatoide o el Parkinson.

Los hallazgos del estudio australiano

La investigación encuestó a 121 adultos que padecen esta enfermedad. Los resultados son contundentes:

  • El 86 por ciento de los participantes reportó algún grado de discapacidad clínicamente significativa.
  • Los pacientes afirmaron tener dificultades para realizar tareas diarias en promedio 27 días al mes, y en 18 de ellos fueron incapaces de funcionar con normalidad.
  • Los aspectos más afectados fueron la vitalidad, las actividades domésticas, el desempeño laboral y la vida social.

Los investigadores concluyeron que la calidad de vida de estos pacientes se reduce en 23 por ciento respecto de la población general, con afectaciones comparables a condiciones como un accidente cerebrovascular, la artritis reumatoide o la enfermedad de Parkinson.

La fatiga y la dificultad para realizar tareas diarias son los síntomas más comunes en quienes lo padecen.
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Implicaciones para la salud pública

Uno de los hallazgos más relevantes es que la percepción personal de recuperación fue un predictor más confiable que los datos clínicos. Es decir, los propios pacientes, al calificar su recuperación como “pobre” o “regular”, reflejaron con precisión su nivel de discapacidad y calidad de vida.

Esto subraya la necesidad de que los sistemas de salud tomen en cuenta los autoinformes de los pacientes para diseñar estrategias de rehabilitación más efectivas. Además, los especialistas señalan que la atención no debe limitarse al aspecto físico, sino abarcar la salud mental, el manejo de la fatiga y la reintegración social.

Investigadores australianos advierten que se requieren programas de rehabilitación y apoyo social especializados.
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El futuro de los tratamientos del COVID-19 prolongado

Los autores advierten que el COVID-19 prolongado representa un desafío sanitario de largo plazo, que podría impactar a cientos de miles de personas en todo el mundo. Por ello, recomiendan invertir en investigación, servicios de rehabilitación y programas de apoyo social para evitar que quienes lo padecen vean mermada su vida de manera irreversible.