El Día de Muertos es una de las tradiciones más queridas en México, una fecha en la que los hogares se llenan de flores, velas y los aromas de los platillos favoritos de quienes ya partieron. Las ofrendas se preparan con cariño, como una manera simbólica de compartir nuevamente la mesa con los que ya no están. Pero cuando la celebración termina, surge la gran duda: ¿qué se hace con toda esa comida que se ofreció a los difuntos?
Aunque muchas personas piensan que no pasa nada si se consumen esos alimentos, la realidad es que dentro de la tradición se recomienda no hacerlo. Según las creencias populares, la comida de la ofrenda pierde su “esencia” o energía vital, pues se considera que los espíritus de los fallecidos ya tomaron de ella su aroma y su sabor durante su visita al mundo de los vivos.
Alimentos típicos de la ofrenda
En las ofrendas del Día de Muertos se colocan platillos como enchiladas, tamales y pan de muerto. También se incluyen dulces tradicionales como calabaza, camotes, tejocote y alegrías, así como frutas frescas como mandarina, guayaba, caña, manzana y plátano.
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Además, algunos altares incluyen bebidas como café, chocolate caliente o atole, que eran del gusto de los difuntos. Todos estos elementos se combinan para crear un espacio lleno de color, aroma y sabor, pensado para honrar y recordar a los seres queridos que regresan en esta fecha.
¿Por qué no debes comer los alimentos de la ofrenda del Día de Muertos?
Aunque los alimentos del altar se vean muy tentadores, lo más recomendable es no comerlos. En las ofrendas, cada platillo tiene un valor simbólico y forma parte de un ritual que busca honrar a los seres queridos que ya no están. Consumir esa comida puede romper esa conexión simbólica, que es el corazón de la celebración.
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Más allá de la tradición, algunas personas consideran que los sabores de la comida cambian después de la celebración. Se cree que los platillos pierden su aroma y esencia después de estar expuestos en el altar, por lo que comerlos luego no sería lo mismo que disfrutarlos durante la festividad. Para quienes siguen estas creencias, mantener los alimentos intactos es una manera de preservar la energía simbólica que representa la ofrenda.
Por otro lado, la comida de la ofrenda suele estar fuera del refrigerador y al aire libre, lo que la hace susceptible a insectos, polvo o humedad, y muchos de estos alimentos se deterioran rápido. Esto significa que ingerirlos después puede generar molestias estomacales o incluso enfermedades, especialmente si se trata de dulces, frutas frescas o platillos que llevan salsas y condimentos.
Por eso, una solución sencilla y segura es preparar algo similar para compartirlo con la familia antes o después de la celebración. Así se puede disfrutar de los sabores típicos del Día de Muertos sin afectar la ofrenda ni la tradición, y al mismo tiempo se protege la salud de todos.
