RESCATE ANIMAL

Apolo: ¿Cuál es la historia detrás del rescate de este perro husky en la CDMX?

El rescate de Apolo, un husky abandonado en Azcapotzalco, revela la lucha entre la compasión ciudadana y la burocracia institucional. Dos periodistas podrían enfrentar cargos penales por salvarle la vida.

El rescate que desnuda los vacíos legales en la Protección Animal de la CDMX.
El rescate que desnuda los vacíos legales en la Protección Animal de la CDMX.Créditos: X Oscar Balderas
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El caso de Apolo, un perro husky abandonado durante nueve días sin comida ni agua en una azotea de Azcapotzalco, ha conmocionado a la Ciudad de México. Lo que comenzó como un rescate urgente coordinado por periodistas y activistas se transformó en un debate nacional sobre los límites legales para intervenir en casos de maltrato animal y las fallas de las instituciones designadas para protegerlos. 

Apolo: nueve días de abandono y la respuesta ciudadana

Vecinos de la colonia Santa Cruz Acayucan en Azcapotzalco alertaron sobre la situación crítica de Apolo, un husky que llevaba más de una semana encerrado en un predio abandonado sin acceso a alimento o agua limpia. La Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) acudió al lugar, pero solo dejó un citatorio en la propiedad, sin proporcionar ayuda inmediata al animal .

Ante la inacción institucional, la activista Alina González y los periodistas Óscar Balderas y Laura Sánchez Ley organizaron un operativo de rescate. Utilizando una escalera para acceder a la azotea, lograron sacar a Apolo, quien presentaba deshidratación severa, desnutrición e infecciones cutáneas por pulgas y garrapatas . 

"Si hubiera un bebé atrapado en un auto, también rompería el cristal para salvarlo. Ese era el pensamiento, y Apolo necesitaba nuestra ayuda urgente", explicó Balderas en entrevista con MVS Noticias.

El caso de Apolo: Entre la burocracia y la acción ciudadana

El rescate evidenció las fallas sistémicas en la respuesta oficial al maltrato animal. Mientras la PAOT se limitó a dejar un citatorio—argumentando que no encontraron a nadie en el domicilio—los ciudadanos actuaron bajo un principio de urgencia compasiva. La Brigada de Vigilancia Animal (BVA) incluso amenazó con denunciar a los rescatistas, priorizando la propiedad privada sobre la vida del animal.

Horas después del rescate, el dueño de Apolo apareció y presentó una demanda contra los periodistas por allanamiento de morada y asociación delictuosa—delitos que podrían acarrear hasta dos años de prisión. Laura Sánchez Ley expresó en redes sociales: "Estoy devastada y angustiada, pero no me arrepiento de sacarlo de ese lugar”.

Apolo y los otros: tres perros más esperan rescate

Durante el operativo, los rescatistas descubrieron que tres perros adicionales permanecían en el mismo predio en condiciones similares. A pesar de las promesas de la BVA de evaluar su estado, los animales continúan abandonados. La activista Alina González cuestionó la versión oficial de que estos perros están en "perfecto estado", señalando que las condiciones insalubres y la falta de agua y comida persisten.

Mientras Apolo se recupera en un albergue—donde recibió tratamiento veterinario y fue rapado para tratar sus infecciones—sus rescatistas enfrentan un proceso legal que podría terminar en prisión . Este caso expone una incómoda verdad: en la CDMX, la compasión puede ser criminalizada, y la burocracia institucional prevalece sobre el bienestar animal. La sociedad, sin embargo, ha respondido con una demanda clara: las leyes deben proteger a los vulnerables, ya sean humanos o animales.