Voyager 1: la nave que cruzó el 'muro de fuego', envía mensajes desde el espacio interestelar

Su travesía reveló una frontera invisible, que marca el fin del Sol y el inicio del cosmos.

La Voyager 1 viaja a unos 17 kilómetros por segundo, sus señales tardan más de 22 horas en llegar a la Tierra.
La Voyager 1 viaja a unos 17 kilómetros por segundo, sus señales tardan más de 22 horas en llegar a la Tierra. Créditos: Freepik-EFE
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En 1977, la NASA lanzó una pequeña nave con una misión ambiciosa: explorar los planetas exteriores del sistema solar. Nadie imaginó que, casi cincuenta años después, la Voyager 1 seguiría activa, enviando señales desde un territorio donde el Sol ya no domina.

La Voyager 1 continúa su travesía más allá del sistema solar 

Hoy, a más de 24 mil millones de kilómetros de la Tierra, la nave atraviesa una zona que los científicos describen como un 'muro de fuego': una frontera energética invisible que marca el final de la heliosfera, la burbuja magnética que protege a nuestro sistema solar.

En ese límite, las partículas solares se mezclan con las del espacio interestelar, generando una región turbulenta con temperaturas que alcanzan los 30 mil grados Celsius. 

Sin embargo, ese calor no se siente como el de la Tierra. En el vacío casi perfecto del espacio, las partículas son tan escasas que apenas chocan entre sí. El 'fuego' es, en realidad, pura energía en movimiento: átomos y protones viajando a velocidades cercanas a la luz.

La Voyager 1 fue la primera en atravesar esa frontera, y con cada dato que envía, ayuda a los científicos a entender cómo el Sol interactúa con el resto del cosmos. Antes de alcanzar este punto, la sonda ofreció imágenes inéditas de Júpiter, Saturno y sus lunas, revelando tormentas, anillos y paisajes helados que ampliaron nuestra visión del sistema solar.

En 2012, cruzó oficialmente la heliosfera y se convirtió en el primer objeto creado por el ser humano en el espacio interestelar. Hoy viaja a unos 17 kilómetros por segundo, y sus señales tardan más de 22 horas en llegar a la Tierra. Aunque su energía nuclear se agota y varios sistemas han sido apagados, continúa comunicándose con la NASA.

A bordo, la sonda lleva el Disco Dorado, una cápsula del tiempo ideada por Carl Sagan con saludos en 55 idiomas, música y sonidos de la Tierra: olas, truenos, risas. Si alguna civilización la encuentra, ese disco les contará quiénes fuimos.

La Voyager 1 es ya un fósil interestelar, pero su viaje no ha terminado. Cuando su energía se extinga, seguirá flotando entre las estrellas durante miles de millones de años, como un mensaje silencioso de una especie que se atrevió a mirar hacia el infinito y decir: 'Estamos aquí'