Los pingüinos africanos, una de las especies más amenazadas del planeta, no solo luchan contra la pérdida de hábitat y el cambio climático. Ahora, un nuevo estudio encabezado por la Universidad de St Andrews muestra que, en los años en que escasea el alimento, estas aves terminan buscando comida en los mismos puntos del océano donde operan las pesquerías comerciales, un choque directo que incrementa su vulnerabilidad.
La investigación, publicada en el Journal of Applied Ecology, introduce una herramienta innovadora: la “intensidad de superposición”.
A diferencia de los análisis tradicionales, esta métrica no se limita a mapear el cruce de rutas entre barcos y animales; también calcula cuántos pingüinos quedan expuestos a esa coincidencia espacial. Este enfoque permite, por primera vez, dimensionar el impacto real de la pesca sobre la población.
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Una especie en declive acelerado
El panorama no es alentador. En las últimas tres décadas, la población de pingüinos africanos se ha desplomado casi 80%. Una de las razones principales es la disputa por dos peces esenciales en su dieta: sardinas y anchoas, también codiciadas por la industria local, que las captura mediante redes de cerco para rodear y atrapar bancos completos.
La autora principal, Jacqueline Glencross, del Scottish Oceans Institute, explica el objetivo del equipo:
“Necesitábamos una forma más precisa de saber cuántos pingüinos se ven afectados cuando las pesquerías trabajan cerca de ellos, no solo identificar las zonas de solapamiento”.
Cuando el mar se vacía, el conflicto aumenta
Para obtener respuestas, los científicos analizaron datos de seguimiento de pingüinos procedentes de las islas Robben y Dassen, integrando el trabajo de expertos de la Universidad de Exeter, BirdLife Sudáfrica y el Departamento de Medio Ambiente de Sudáfrica.
Los contrastes fueron contundentes:
- En 2016, un año de baja disponibilidad de peces, 1 de cada 5 pingüinos terminó forrajeando en las mismas zonas donde operaban barcos pesqueros.
- En temporadas con abundancia de presas, esa coincidencia cayó a apenas 4%.
Esta variación muestra que la competencia por alimento se agudiza precisamente cuando los pingüinos más necesitan eficiencia, especialmente durante la crianza de polluelos, etapa en la que cada minuto cuenta para poder regresar con comida a la colonia.
