En los últimos días la NASA llamó la atención del público al activar su sistema de monitoreo por un objeto que apareció hace algunos meses en el espacio. Se trata del cometa 3I/ATLAS, un cuerpo celeste que aún genera muchas dudas entre los científicos sobre su tamaño y composición exacta.
Lo que hace interesante a este cometa es que, a diferencia de otros cuerpos que orbitan dentro del sistema solar, 3I/ATLAS parece tener un origen completamente distinto. Su presencia ha despertado la curiosidad tanto de expertos como de aficionados a la astronomía, quienes siguen atentos cada actualización sobre su trayectoria y características.
¿Por qué el cometa 3I/ATLAS mantiene en alerta a la NASA?
Los expertos explican que el Cometa 3I/ATLAS proviene de un lugar muy lejano, fuera de nuestro sistema solar, lo que lo convierte en un objeto interestelar. Según el astrónomo Rodrigo Herrera, aún no se sabe con exactitud qué es, pero su origen lo hace especialmente interesante, ya que no es común que algo así se acerque tanto a nosotros.
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Algunos científicos, como Avi Loeb de la Universidad de Harvard, han planteado la idea de que objetos de este tipo podrían ser sondas o naves enviadas por civilizaciones lejanas. No hay pruebas de que ese sea el caso, pero la ciencia no descarta ninguna posibilidad.
Por ahora, los estudios apuntan a que 3I/ATLAS se comporta como un cometa, aunque sus características y velocidad siguen sorprendiendo a los astrónomos. Lo que más llama la atención es que viaja a una velocidad tan alta que no está “atrapado” por la gravedad del Sol, lo que confirma que viene del espacio profundo.
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La NASA activó una alerta especial, no porque represente peligro, sino para seguir su recorrido y recopilar datos. Cada vez que un objeto de este tipo entra a nuestro sistema solar, ofrece una oportunidad única para aprender más sobre lo que hay más allá de nuestras fronteras cósmicas.
¿Qué tan grande es y cuándo se formó?
Los astrónomos han determinado que el cometa 3I/ATLAS no es un visitante cualquiera, pues se trata de un objeto que se habría formado junto a una estrella hace miles de millones de años, lo que lo convierte en un auténtico viajero del tiempo cósmico. Según los expertos, estos cuerpos celestes son testigos de los primeros momentos del universo y su estudio puede ofrecer pistas sobre cómo nacen y evolucionan los sistemas estelares.
Lo que aún causa gran incertidumbre es su tamaño, ya que algunas mediciones apuntan a que podría medir apenas cinco kilómetros de diámetro, mientras que otras, obtenidas con el telescopio espacial James Webb, sugieren que podría alcanzar hasta 60 kilómetros.
Si esta última estimación es correcta, estaríamos ante uno de los cometas más grandes jamás detectados, superando a cualquiera dentro de nuestro propio sistema solar. Este detalle ha despertado una ola de teorías, no solo por su magnitud, sino por su posible procedencia fuera del sistema solar.
Además, los astrónomos destacan la importancia de contar con una red global de telescopios que vigile este tipo de fenómenos. Estas herramientas no solo sirven para entender mejor el universo, sino también para proteger a la Tierra de posibles impactos.
Así se formó el 3I/ATLAS lejos de nuestro sistema solar
Los astrónomos explican que el cometa 3I/ATLAS no nació en nuestro sistema solar, sino en otro rincón de la galaxia. Las estrellas se forman a partir de enormes nubes de gas que, con el tiempo, colapsan por su propia gravedad. De ese proceso surge una estrella en el centro, y a su alrededor, un disco de polvo y gas que da origen a planetas, lunas y cometas, todos con un mismo punto de partida.
En algún momento de ese proceso, este cuerpo habría sido expulsado de su sistema estelar original, emprendiendo un viaje solitario a través del espacio hasta llegar a las cercanías del Sol. Por eso, el 3I/ATLAS se considera un visitante interestelar, un fragmento de otro “vecindario cósmico” que permite a los científicos asomarse a los procesos de formación de mundos lejanos sin tener que salir del nuestro.
