La NASA lanzó dos cohetes de sondeo el pasado domingo 20 de noviembre a una aurora boreal desde la base de Andoya en Noruega, un tipo de misión poco usual que ha sorprendido al público.
Los cohetes Black Brant IX de la misión ACES II (Aurora Current y Electrodynamics Structures II) alcanzaron altitudes máximas de 406.3 y 187.8 kilómetros, respectivamente.
El equipo del experimento informó en un comunicado que el arco de la aurora estaba en una buena ubicación para ambos cohetes y se obtuvieron buenos datos de muchos de los instrumentos.
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¿Por qué se lanzaron cohetes a una Aurora Boreal?
El objetivo de la misión era medir el circuito eléctrico invisible que subyace en este fenómeno, ya que muy por encima de nosotros, los electrones del espacio fluyen hacia nuestro cielo.
A medida que se enrollan en las líneas del campo magnético de la Tierra, golpean los gases en nuestra atmósfera y hacen que brillen.
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Desde el suelo, los observadores ven cintas efervescentes de color rubí y esmeralda, es decir, lo que conocemos como aurora boreal y la austral, o luces del norte y del sur, según lo explicado por la NASA.
"Son estos electrones entrantes de alta energía los que producen la visualización de la aurora con la que estamos familiarizados, pero también hay una parte del sistema que no se ve", dijo Scott Bounds, físico de la Universidad de Iowa e investigador principal de ACES II. misión.
Uno de los mayores misterios sobre la corriente auroral es lo que sucede en el "punto de inflexión", donde termina el flujo de entrada y comienza el flujo de salida.
La ionosfera es como una bulliciosa ciudad donde llegan partículas del espacio cargadas eléctricamente. Su carga eléctrica los mantiene atados a las líneas del campo magnético de la Tierra.
Es una escena caótica, sin embargo, esta mezcla turbulenta en la ionosfera es lo que mantiene la corriente auroral en movimiento.