Finalmente, hoy 5 de marzo de 2025, Miércoles de Ceniza, da inicio la Cuaresma, el tiempo litúrgico que precede a la Pascua, la celebración más importante de la Iglesia Católica. Pero, ¿qué significado tienen el ayuno y la abstinencia durante los 40 días de la Cuaresma, y por qué es importante practicarlos? Aquí te lo explicamos.
¿Qué son el ayuno y la abstinencia?
De acuerdo con el Código de Derecho Canónico (CIC) y las orientaciones de la Conferencia Episcopal, la Iglesia Católica invita a los fieles a realizar obras de penitencia durante la Cuaresma, un tiempo de reflexión y acercamiento a Dios.
En ese sentido y para promover la unidad en estas prácticas, la Iglesia ha establecido días específicos, llamados días penitenciales, en los que se exhorta a los católicos a dedicar tiempo a la oración, realizar obras de piedad y caridad, y practicar el ayuno y la abstinencia.
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Ayuno
El ayuno consiste en realizar una sola comida completa al día, permitiendo algo ligero por la mañana y por la noche. Esta práctica es obligatoria para los fieles de entre 18 y 59 años y debe realizarse en dos días clave: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
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Abstinencia
La abstinencia, por su parte, obliga a los mayores de 14 años y consiste en abstenerse de comer carne todos los viernes de Cuaresma. Sin embargo, si alguien no puede cumplir esta práctica por razones justificadas, puede sustituirla por otras acciones, como obras de caridad o momentos dedicados a la oración.
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Iglesia Católica permite excepciones durante la Cuaresma
Aunque estas prácticas son obligatorias, la Iglesia contempla excepciones para quienes, por razones médicas u otras circunstancias, no puedan llevarlas a cabo. En tales casos, se recomienda reemplazarlas por otras formas de penitencia adecuadas a sus capacidades.
Ahora ya lo sabes, el ayuno y la abstinencia durante la Cuaresma buscan fortalecer el espíritu de sacrificio, promover la solidaridad con los más necesitados y renovar la vida espiritual de los fieles. De este modo, al practicarlas con fe y devoción, los católicos participan en un camino de conversión interior que prepara el corazón para la celebración de la Pascua.