La vejez, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no debe entenderse como una enfermedad, sino como una construcción social y biográfica que refleja las últimas décadas de vida de una persona. Ver la vejez como una enfermedad refuerza prejuicios y acentúa la discriminación, conocida como "edadismo", que afecta no solo a los adultos mayores, sino también a los niños, quienes asimilan estos estereotipos desde una edad temprana.
Verónica Montes de Oca Zavala, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM, destacó que durante muchos años se ha luchado contra el "viejismo" y la discriminación por edad. "Nos hacía ver un retroceso de un siglo y medio", comentó.
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Además, explicó que una corriente en gerontología asegura que al definir la vejez como enfermedad, se favorece a la industria farmacéutica, pues el envejecimiento es un proceso natural relacionado con el tiempo y las condiciones de vida de cada persona.
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El envejecimiento saludable requiere la implicación de todos los aspectos posibles, según Carlos D’Hyver De Las Deses De Juillac y Wiechers, coordinador de Geriatría en la Facultad de Medicina de la UNAM. "Un punto clave es la preservación de los derechos humanos, evitando el abuso y maltrato de los mayores. La multidisciplinariedad en el abordaje de la vejez es esencial", explicó.
Este debate surgió a raíz de la inclusión de la palabra "vejez" en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la OMS, lo que generó opiniones divididas entre los expertos en geriatría y gerontología. Sin embargo, la Oficina de la ONU en México aprobó cambiar el término "vejez" por "disminución de la capacidad intrínseca asociada al envejecimiento" en la CIE-11, buscando evitar la estigmatización de esta etapa de la vida.
¿Qué es la salud en la vejez?
Los factores que influyen en un envejecimiento saludable incluyen el entorno físico y social, la vivienda, el vecindario y características personales como el sexo, la etnia y el nivel socioeconómico. Desde la infancia, el entorno tiene efectos duraderos en la salud. Mantener hábitos saludables, como una dieta equilibrada y actividad física regular, puede reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles y mejorar la capacidad física y mental, lo que a su vez retrasa la dependencia de cuidados.
Diversos estudios han demostrado que la participación regular en actividades recreativas ayuda a prevenir enfermedades crónicas, reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. Participar en estas actividades no solo fomenta el trabajo en equipo y el respeto, sino que también refuerza el tejido social, promueve la inclusión y disminuye la soledad y el aislamiento. En México, los Centros Culturales INAPAM ofrecen este tipo de propuestas a los adultos mayores.