El caldo de rata, un platillo que para muchos suena extraño e incluso repulsivo, forma parte de la rica y diversa gastronomía mexicana. Este caldo ha sido consumido por generaciones como una fuente de alimento nutritivo y sabroso.
Es importante señalar que este platillo no se hace con ratas de alcantarilla, sino con roedores del campo, que tienen otro tipo de alimentación y entorno que hace que sean seguras de comer.
Lejos de lo que muchos imaginan, el caldo de rata no tiene un sabor fuerte o desagradable. La carne de rata de campo, es de sabor suave y ligeramente dulce, la cual, se combina a la perfección con las verduras y especias del caldo, creando una experiencia culinaria única.
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Además de su sabor, el caldo de rata es rico en proteínas, vitaminas y minerales, ya que es bajo en grasas y colesterol, y contiene altos niveles de hierro, zinc y calcio. Las verduras añadidas al caldo aportan fibra, vitaminas A y C, y antioxidantes.
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Origen e historia del caldo de rata
Este platillo es originario de los estados de Zacatecas y San Luis Potosí. Las raíces del caldo de rata se remontan a la época prehispánica, cuando las culturas indígenas aprovechaban al máximo los recursos disponibles para su supervivencia.
Las ratas de campo, abundantes en las zonas áridas y semiáridas del centro de México, se convirtieron en una fuente de proteína importante.
Con la llegada de los españoles, la receta se enriqueció con la incorporación de verduras como el chayote, la zanahoria y la papa, dando lugar al caldo que conocemos hoy en día.
En México, se distinguen hasta 18 géneros de estos roedores, conformando un total de 114 especies, muchas de las cuales no cuentan con una denominación específica.
¿Dónde probarlo?
Encontrar caldo de rata fuera de Zacatecas y San Luis Potosí puede ser un desafío. Sin embargo, en algunos restaurantes especializados en cocina mexicana tradicional o en mercados locales de estas regiones, es posible encontrar este platillo exótico ¿lo probarías?