En algún momento de nuestra vida, hemos llegado a ver a un gato montés (Felis silvestris), lo más probable, es que haya sido en un zoológico. Hay muchas cosas curiosas que debes saber de ellos, y por qué a pesar de que son “gatos”, no son para tenerlos en casa.
Pese a que tiene muchos rasgos similares con sus compatriotas domésticos, el gato montés es un cazador en la vida salvaje, sus presas favoritas son: roedores, conejos, insectos, aves y huevos; de vez en cuando, una que otra planta, pero no es su comida favorita.
Es un felino fascinante que esconde muchos secretos. Su naturaleza sigilosa, sus habilidades de caza y su adaptabilidad lo convierten en un animal único y valioso en nuestro ecosistema
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Cosas que seguro no sabía del gato montés
El gato montés es un maestro del sigilo, utilizando la oscuridad de la noche para acechar a sus presas con movimientos rápidos y precisos. Su pelaje moteado le ayuda a camuflarse entre la vegetación, convirtiéndolo en un cazador formidable.
Le gusta y sabe trepar
No solo domina la tierra, también las alturas. Sus fuertes patas y garras retráctiles le permiten escalar árboles con facilidad, permitiéndole acceder a nidos de aves y otros escondites de sus presas.
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Amante de la soledad
A diferencia de los gatos domésticos, el gato montés es un animal solitario. Solo se junta con otros de su especie para aparearse, y las hembras crían a sus cachorros por sí solas.
Este gato sí nada
Aunque no es tan conocido como su habilidad para trepar, el gato montés también sabe nadar bien cuando se requiere. No duda en cruzar ríos o incluso cazar peces en aguas poco profundas.
Está en peligro de extinción
A pesar de su naturaleza adaptable, el gato montés se encuentra amenazado por la destrucción de su hábitat y la caza ilegal. Esto se debe a que el ser humano provoca el 83% de sus muertes, según reportó un estudio internacional en 2021.
Aunque el gato montés es un animal independiente y cazador por naturaleza, no se le considera el felino más salvaje. Es un animal tímido que generalmente evita el contacto con los humanos. De hecho, en algunos casos, se han observado gatos monteses que se han habituado a la presencia humana en zonas rurales.