Morderse las uñas, conocido como onicofagia, es un hábito común que afecta a muchas personas, especialmente durante momentos de estrés o ansiedad.
Según la psicología, este comportamiento tiene diversas explicaciones relacionadas con factores emocionales, hábitos aprendidos y necesidades inconscientes.
Uno de los motivos principales está vinculado a la ansiedad. La acción de morderse las uñas puede funcionar como una respuesta automática para liberar tensión acumulada. Este comportamiento actúa como una especie de válvula de escape frente a emociones difíciles de manejar.
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Por otro lado, algunas teorías sugieren que este hábito puede estar relacionado con el perfeccionismo. Las personas que buscan constantemente el control o la mejora pueden desarrollar este comportamiento como una manera de canalizar su frustración al no cumplir con sus expectativas.
Además, morderse las uñas también puede originarse en la infancia como una conducta aprendida.
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Si un niño observa a un adulto cercano con este hábito, es probable que lo imite, y si no se corrige, puede mantenerse en la edad adulta.
La psicología también destaca que, en algunos casos, este hábito puede ser un trastorno del control de los impulsos. En estas situaciones, el acto de morderse las uñas se convierte en algo compulsivo y difícil de detener sin intervención profesional.
Aunque para muchos es un hábito inofensivo, la onicofagia puede tener consecuencias físicas, como infecciones en los dedos o problemas dentales. Por ello, los especialistas recomiendan buscar alternativas saludables para manejar el estrés, como técnicas de relajación o terapia cognitivo-conductual.
Comprender las causas de este comportamiento es clave para abordarlo y, eventualmente, superarlo. La psicología ofrece herramientas que ayudan a identificar los desencadenantes y trabajar en estrategias para reemplazar este hábito por acciones más positivas.