La pintura sobre piedra fue un método fundamental para proteger el arte; una técnica que cobra relevancia ante los recientes ataques con puré de papa y salsa de tomate por parte de activistas medioambientales en contra de piezas importantes como “Los Girasoles” de Van Gogh y “Los almiares” de Monet.
En El Banquete del Dr. Zagal, él y sus comensales profundizaron sobre la materialidad del arte, sobre todo en la importancia de los componentes de una obra, por lo que te explicamos de qué trata este proceso.
Pero antes, necesitamos tener un poco de contexto histórico. El saqueo de Roma en 1527 por Carlos V también marcó la historia del arte. En aquellos días perecieron muchos lienzos, por lo que los artistas al servicio del papa optaron por una técnica que protegiera sus obras de la turba: la pintura sobre piedra.
Te podría interesar
Los pintores de Roma, estudiando la Antigüedad, entendieron que los mármoles resistían más que la pintura.
La técnica, como su propio nombre indica, consistía en pintar con óleo sobre superficies pétreas pulidas y, aunque ya se implementaba en el siglo I, su uso fue raro en la historia, concentrándose entre el XVI y el XVII.
Te podría interesar
El origen de la pintura sobre piedra
Pero su renacimiento tiene un origen preciso: el Saqueo de Roma en mayo de 1527 por parte de las tropas del emperador Carlos V, que destrozaron la ciudad y hostigaron a su soberano, el papa Clemente VII, entonces aliado de Francia.
La capital sufrió uno de los peores ataques de su larga historia y, en aquellos días de fuego a manos de mercenarios imperiales, no solo se perpetraron todo tipo de robos y asesinatos, sino que también pereció mucho arte.
Uno de los pintores del momento, Sebastiano del Piombo, de origen veneciano, asistió con estupor a la destrucción de lienzos y retablos y, por eso, decidió perfeccionar una técnica que le diera una mayor resistencia a las obras, recurriendo entonces a la roca.
Del Piombo dejó para la posteridad algunas propuestas suyas de pintura sobre piedra, como el retrato que hizo de Clemente VII con barba (1530) sobre pizarra pulida, lo que da a la imagen un aspecto propio del claroscuro que poco después encumbraría a Caravaggio.
Otros ejemplos son una placa oval con los mitos de Perseo y Andrómeda, así como de Venus y Adonis.
También se puede apreciar una "Piedad" (1640) en alabastro, custodiada en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y otra lastra de ágata, un tipo de cuarzo, que tiene en cada cara la "Anunciación" y "La Resurrección de Cristo”.
Por su parte, Antonio Tempesta, grabador manierista, dibujó "La caída de Jerusalén" (1610-1620) sobre una placa de piedra caliza en la que sus diminutos cruzados asaltan las murallas de la Ciudad Santa formadas por las partes más claras de la roca.
Muchas de estas pinturas lograron sobrevivir a las vicisitudes de la historia, gracias a coleccionistas como el cardenal Scipione Borghese, padre del museo romano.
Escucha más sobre el arte y la pintura sobre piedra en El Banquete del Dr. Zagal en MVS todos los sábados a las 17:00 horas por el 102.5 FM.