OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

El patriarcado disfrazado

La violencia comienza con un chiste y los chistes refuerzan machismo, discriminación de género y misoginia.

No es chistoso que un político de izquierda se exprese así de compañeras mujeres.
No es chistoso que un político de izquierda se exprese así de compañeras mujeres.Créditos: Cuartoscuro
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Cuando el coordinador en San Lázaro, Ricardo Monreal, se refiere a dos mujeres diputadas como “las batichicas”, a propósito del bochornoso momento que protagonizaron Gabriela Jiménez y Jessica Saiden por ocupar un lugar lo más cercano posible al titular de Seguridad y Protección Ciudadana: Omar García Harfuch; no sólo refuerza dichos patriarcales disfrazados de humor, sino que muerde la manzana sistémica del machismo donde envuelve a las compañeras en objetos que deben disputarse su reconocimiento de un hombre.

El humor involuntario del líder morenista, revela una profunda tradición, un arraigado legado cultural, una sistémica ideología machista, misógina y compulsiva de conferirle supremacía y valor masculino a un hombre sobre las mujeres, por lo que deben pelearse entre ellas hasta el extremo de ser el trofeo de la disputa. Todo ello, avalado y reforzado en complicidad desde el espacio de las políticas públicas, donde se discuten, se promueven, se dictan leyes y normativas de la paridad de género. Pero con escenas y declaraciones como las que vimos las y los ciudadanos nos demuestran que todo parece ser una fachada, un doble discurso moral e ideológico.

Es decir, aún nos falta muchísimo camino por recorrer en la deconstrucción del patriarcado y la construcción del concepto de género y las identidades diversas fuera de los trofeos sexuales, descarnar el género y la biología de etiquetas y comportamientos de demeritan la calidad humana, como lo que ocurrido en esa esa que parece ingenua y de mujeres puestas a competir por el deseado trofeo, siendo los hombres espectadores de la disputa.

Las y los servidores públicos, tomadores de decisiones ideológicas, legislativas y normativas tienen el doble compromiso de desaprender conductas normalizadas de violencia de género, y aleccionarse de las nuevas perspectivas en derechos humanos, de inclusión, de respeto y dignidad sobre las múltiples expresiones de la sexualidad, las diversidades; al tiempo de ir rompiendo formas y conductas que denigren la condición de las personas. La violencia comienza con un chiste y los chistes refuerzan machismo, discriminación de género y misoginia.

Si bien las agendas progresistas han avanzado en materia de Derechos humanos, ideología de género, identidades diversas ante los discursos ultraconservadores, defensores de la única manera cristiana de la familia, de la sexualidad binaria; también hay que subrayar que la violencia sistémica del patriarcado sigue resistiéndose a los replanteamientos ideológicos y culturales de las discusiones en la academia sobre los nuevos roles de las mujeres, las identidades sexo-genéricas y las políticas públicas deben acompañar la protección de la integridad de las personas, donde hay frenos, creencias y machismos históricos que reproducimos y refrendamos porque aún no sabemos qué hacer con las nuevas realidades.

Es ahí donde no basta una comisión de diversidad sexual, una cuota de género, si no van acompañadas de reeducación, reflexión y voluntad de cambio en las ideologías patriarcales que por muchos siglos nos han acompañado a los seres humanos que nos hacen traicionarnos con actos, dichos “chistes, ocurrencias que evidencian la brecha del pensamiento liberal de Derechos Humanos.

No es chistoso, ocurrente mucho menos políticamente correcto que un hombre, un servidor público, un político de izquierda se exprese así de compañeras mujeres, sobre todo, promoviendo el machismo y misoginia en un evento como la presentación del libro: “Ideología de género” de Marta Lamas. Vaya contradicción. ¡No escuchó o no entendió nada de los conceptos!

Abramos la discusión: @salmazan71