OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

Eclipses

Los eclipses no se salvan de estar ligados a interpretaciones y especulaciones.

Eclipses.
Eclipses.Créditos: Cuartoscuro
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Está claro que todo aquello que desconocemos nos genera incertidumbre y, en última instancia, miedo. Creamos leyendas o mitos para llenar esos abismos de conocimiento y muchas veces terminamos dándoles una connotación negativa. Por ello, a nadie le resultaría extraño que las primeras civilizaciones se hallan sentido aterradas cuando de improvisto el día se hacía de noche por algunos minutos. 

Para muestra de lo anterior está la batalla entre medos y lidios que Heródoto narra en su Historia. Ambas civilizaciones se ubicaban en la península de Anatolia y sus dominios se extendían hasta Mesopotamia. Aun así, la expansión territorial de cada pueblo motivó un conflicto armado alrededor del 430 a. C. 

Heródoto cuenta que, en plena batalla entre lidios y medos, el día se tornó en noche sin que nadie lo esperara. Todos dejaron de pelear y, pensando que era una señal divina que mostraba la desaprobación por el conflicto, llegaron a un acuerdo de paz lo antes posible. 

En efecto, los eclipses no se salvan de estar ligados a interpretaciones y especulaciones. Quizá el común es que se les relacione con acontecimientos extraordinarios que, precisamente por su gran singularidad, terminen siendo vinculables con eclipses. 

Ejemplos sobran. Marcos, Mateo y Lucas narran en sus evangelios cómo en la Crucifixión de Jesucristo, la oscuridad dominó el cielo durante aproximadamente tres horas. No es claro si hacen referencia a un eclipse como tal, pero la tradición popular así lo acostumbra. 

También en uno de los cantos de la Odisea, se habla de un presagio que hace referencia a la gran matanza que Odiseo cometerá en contra de los pretendientes de su esposa Penélope. El presagio menciona que, en ese momento, la oscuridad lo dominará todo y que, dentro de aquella oscuridad, habrá lamentos, lágrimas, sangre y las almas de los muertos. 

Sin embargo, también es cierto que la mayoría de las civilizaciones antiguas tuvieron un amplio entendimiento de los eclipses, al punto de que muchas de ellas lograron predecirlos con buen grado de precisión. 

Hoy en día, la ciencia y la tecnología nos hacen capaces de rastrear eclipses que sucedieron hace miles de años, incluso antes de que el ser humano existiera como tal. Gracias a ello es que podemos saber sin temor a equivocarnos cuándo ocurrió el primer eclipse que la humanidad documentó. 

En 1928, arqueólogos encontraron unas tablillas de arcilla que pertenecían a la antigua ciudad de Ugarit, en Mesopotamia. Una de las frases que lograron descifrar de aquellas tablillas indicaba que la Luna Nueva del mes de “Hiyar” había avergonzado al día y que el Sol había bajado en presencia de “Rashap”. 

Con esta información y determinando el posible año en que la tablilla fue hecha, los científicos concluyeron que se trataba de un eclipse solar que había ocurrido en el 1375 a. C. 

¿Cómo estaban tan seguros de la fecha? Sencillo. Primero descifraron que el mes de “Hiyar” era un periodo que tenía lugar entre los meses de abril y mayo. Luego advirtieron que “Rashap” era una forma de llamar al planeta Marte, por lo que todos esos datos coincidieron con un eclipse que tuvo lugar el 3 de mayo de 1375 a. C., en el que la Luna ocultó al Sol y Marte se pudo observar debajo del horizonte. 

¿Ustedes ya están listos para apreciar el eclipse de mañana? Recuerden tomar sus precauciones para no dañar su vista. 

¡Atrévete a saber! Sapere aude!

@hzagal