Soy de la idea de que la humanidad tiene una fascinación simbólica con los insectos. Quizá sea por su tamaño, por su apariencia o por la hostilidad que algunos pueden representar, que encontramos en estos diminutos invertebrados alusiones singulares a la vida.
Los egipcios, por ejemplo, veían divinidad y honor en insectos que nosotros a veces ni queremos tocar. El escarabajo era un amuleto de vida y poder en el Antiguo Egipto. El dios Jepri era representado por un escarabajo, mismo que a veces empujaba un círculo que representaba al dios Ra.
Los que conocen de escarabajos de seguro ya habrán advertido que esa imagen es muy parecida a la del escarabajo pelotero. En efecto, los egipcios se inspiraron en cómo este insecto llevaba rodando bolas de estiércol hasta sus madrigueras y, pasado un tiempo, salía de ella no sólo uno sino varios, que eran las crías del primero. La interpretación que los egipcios le dieron a este comportamiento fue que el escarabajo se transformaba constantemente y, por ello, simbolizaba la vida eterna.
Pero las moscas también fueron importantes en el Antiguo Egipto. Eran una medalla de valor cuyo significado era ante todo bélico. A la mosca se le asociaba con la derrota del enemigo, pues el ganador del combate podía contemplar cómo estos insectos eran atraídos por la sangre de aquel que había perecido. Además, durante el Nuevo Imperio Egipcio, la mayor distinción que un faraón podía imponerle a un soldado fue la Condecoración de la Orden de la Mosca Dorada.
Las luciérnagas son otro de los insectos con los que más leyendas se les asocia. Las historias más tradicionales las pintan como hadas o seres mágicos que viven en el bosque. Aquí en América, varias culturas intentaron explicar el brillo de estos insectos con sus propios mitos y leyendas.
En Argentina, la cultura guaraní cuenta que fue el dios Tupá quien dotó a las luciérnagas de su brillo para proteger a los humanos de los espíritus malignos. Estos espíritus querían acabar con las hogueras de los humanos, por lo que el dios Tupá decidió darles un brillo similar a las luciérnagas para confundir a los espíritus.
La cultura maya, en cambio, relata que todo comenzó por una piedra mágica que curaba cualquier tipo de enfermedad. Esta piedra estaba en posesión de un médico que un día la perdió en el bosque. Las luciérnagas, entonces carentes de brillo, lo ayudaron a buscarla. Buscaron por horas hasta que el médico se dio por vencido. Sin embargo, una de esas luciérnagas se empeñó en seguir buscando. Encontró pues un brillo que lo llevó hasta la piedra y, como recompensa por su esfuerzo, se le dotó del mismo brillo al insecto.
El cara de niño es otro insecto no sólo con muchas leyendas de por medio sino también con una reputación que está por los suelos. Sí, su aspecto no le ayuda mucho, pero no es tan hostil como se piensa. Para empezar, este animalito no es venenoso. Tiene una fuerte mordida, pero lo peor que te podría pasar si es que acaso te muerde es que dicha mordida se pudiese infectar por la tierra que suelen tener estos insectos. El verdadero peligro de la humanidad suele zumbarnos en los oídos durante las noches de calor.
El mosquito, por encima de los tiburones, leones, hipopótamos e incluso cocodrilos, es el animal que más mata personas al año.
¡Atrévete a saber! Sapere aude!
@hzagal