En 2013 se realizó un concurso para determinar cuál lograba ser el beso más duradero de la historia. Gracias a este suceso es que, desde entonces, celebramos cada 13 de abril el Día Internacional del Beso. ¿Tienen una idea de cuánto duró el beso ganador?
¿Diez minutos? ¿Una hora? ¿Un día? Pues no, ninguna de esas opciones. En realidad, duró 2 días, 10 horas, 35 minutos y 58 segundos. Los tailandeses Ekkachai y Laksana Tiranarat fueron la pareja ganadora.
Es curioso, quizás irónico, que una pareja tailandesa haya ganado este concurso. Verán: Tailandia es uno de los países más restrictivos en el tema de los besos. En algunas zonas incluso está prohibido besarse en público. Los únicos que escapan de esta restricción son los extranjeros, aunque también a ellos se les hace saber que se considera una falta de respeto mostrar este tipo de cariño en lugares públicos.
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Prohibiciones a los besos hemos tenido muchas en la historia y en todos los lugares que se imaginen. Incluso en el antiguo Distrito Federal de los años 20s, se llegaron a presentar casos donde jóvenes eran detenidos por besarse en la vía pública.
Como tal no había una prohibición explícita que impidiera besarse. Sin embargo, las autoridades más conservadoras utilizaban la figura de las “buenas costumbres” para acabar con estas muestras de cariño.
Por fortuna para los enamorados de la época, esta prohibición no prosperó. En muy buena medida, los besos de las películas ayudaron a normalizar esta práctica dentro de la sociedad.
Hace poco más de dos mil años, el emperador Tiberio también intentó prohibir los besos dentro del Imperio romano. Tal parece que lo hizo por un tema de higiene más que por uno moral. Besarse facilitaba la transmisión de varias enfermedades, entre ellas, el herpes. Por ello, consideró necesario prohibir los besos por completo.
Lo interesante de esta historia es que, al final, Tiberio no logró que esta prohibición fuera absoluta. Les cuento por qué…
Los romanos besaban en diferentes contextos. Como nosotros, lo hacían para saludarse o para mostrar un afecto más sensual. No obstante, también lo hacían para corroborar que sus esposas no hubieran tomado mientras ellos no estaban.
El vino llegó a estar prohibido para las mujeres por considerar que las inducía al adulterio. En ese sentido, una mujer podía ser besada no sólo por su marido, sino también por su padre, sus hermanos y hasta sus primos con el fin de comprobar que no hubiese tomado esta bebida durante su ausencia. A esto se le conocía como Ius osculi o “derecho al beso”.
Fue justo por este derecho que Tiberio sólo pudo limitar los besos a casos concretos en los que había una sospecha fundada de que una mujer hubiera bebido.
Quizá Tiberio pecó de exagerado. A mi parecer, el único beso que debería estar prohibido es aquel que se prohíbe a sí mismo por su mal aliento.
¡Atrévete a saber! Sapere aude!
@hzagal