Las ciudades y su urbanización son parte de los retos que los países enfrentan a razón del acelerado crecimiento de las zonas de asfalto y metropolización de las pasadas regiones rurales. Según datos de la ONU, actualmente el 55% de la población mundial vive en áreas urbanas y para 2050, sólo el 20% del planeta será zona de cultivo. Este cambio de la dinámica demográfica que se ha acelerado en el presente siglo, tiene consecuencias y retos para la sustentabilidad y equilibrio ambiental, climático y social.
En este sentido, México es parte de la dinámica urbana acelerada que requiere una planeación de crecimiento y equilibrio con el medio ambiente no sólo de construir grandes edificios y diseñar ciudades, el urbanismo de la ciudad de México debe contener en sus propuestas la creación de espacios públicos accesibles, incluyentes y dinámicos, la gestión eficiente de los recursos naturales (estudiar el impacto ecológico de los materiales de construcción y la huella de carbono que producirá un complejo urbano en zona natural) y uno de los temas emergentes y fundamentales: la inclusión social.
El desafío que enfrenta la ciudad de México en materia de urbanismo es crear un plan maestro sin cortapisas para constructores, desarrolladores y autoridades con perspectiva de género, ecología, de movilidad, equilibrio demográfico y sustentabilidad. Todo ello, se ha discutido en días pasado, a propósito del Día Mundial del Urbanismo donde se ha subrayado el compromiso que tienen las ciudades inscritas en el proyecto ONU-Hábitat sobre tres ejes reducir desigualdades, fomentar la economía local y mitigar los efectos del cambio climático.
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Después de la crisis sanitaria por el COVID-19 que enfrentó el mundo, las propuestas sobre urbanismo se han reorientado a la salud pública, el crecimiento regulado, las comunidades sostenibles y seguras. Para lograr estos acuerdos, las políticas de planeación de las ciudades deberán acompañarse de programas que incentiven la movilidad con menos efectos ambientales, la contemplación de los impactos en la salud mental por el caos y lo inequitativo de los servicios y estilos de vida urbana, el cuidado y respeto de los recursos naturales entre ellos, el agua, la calidad del aire y las zonas verdes cada vez más como escenario primordial entre las edificaciones.
Al ser México, el segundo país de América Latina con mayor población y más concentración demográfica en ciudades (cerca del 80% de sus habitantes vivimos en zonas urbanas) los retos sobre planeación urbana son mayores, entre ellos se enumeran: servicios urbanos y vivienda más equitativa y social para poblaciones de jóvenes, desincentivar el uso del automóvil y hacer sistemas de movilidad no motora, vía pública más segura e incluyente, impulsar acciones urbanas locales (parques comunitarios, cultura de barrio, inclusión y derechos humanos de grupos sensibles y diversidad LGBT,); construir ciudades más sensibles con el entorno, las economías emergentes y las identidades sociales.
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Repensar la ciudad es en términos urbanos: conciliar el bienestar de las poblaciones desde una perspectiva del espacio, el ambiente, la calidad arquitectónica, la densificación y la dinámica local y colectiva. ¿Estaremos listos para mirar la ciudad desde otro entorno, sus otros habitantes y la equidad?.
Abramos la discusión: @salmazan71