OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

De sombreros y calores

El mito es pensar que, para las altas temperaturas, la ropa corta siempre es mejor. La gente que conoce el Sol sabe de sus dolorosas quemaduras.

Créditos: Cuartoscuro
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En las últimas semanas viajado por el norte y noreste de la República. Durante mis viajes, me he percatado de que muchas personas en zonas muy calurosas usan sombreros en lugar de pequeñas gorra beisbolera que, a lo mucho, les cubren los ojos del sol. Los vendedores de las playas se tapan el rostro y la nuca con alguna tela e incluso los militares que están todo el día en las carreteras se cubren como si de soldados del Sahara se tratase.

El mito es pensar que, para las altas temperaturas, la ropa corta siempre es mejor. La gente que conoce el Sol sabe de sus dolorosas quemaduras. Si quieres mitigar el calor con tu ropa, lo mejor es recurrir a telas como el algodón, el lino y la seda. Éstas liberan el calor y permiten transpirar. El mejor ejemplo es la guayabera. La mayoría están hechas de lino o algodón; son holgadas, cómodas. ¡Alta tecnología yucateca!

Cuando fui a Alemania, me encontré con unos colegas alemanes que acababan de visitar la selva amazónica. Los pobres estaban todos picoteados por mosquitos. Recuerdo que un amigo español, que también conocía la selva, les dijo que era porque se habían ido en shorts, y claro, dijo él, no te adentras a zonas selváticas con tenis y shorts. Las bermudas no nos defienden de las ramas y los mosquitos.

Sin embargo, estas observaciones se topan con un contraejemplo: los pueblos originarios de Mesoamérica no solían utilizar ropa que los cubriera demasiado. En Tenochtitlán, la vestimenta de las mujeres mexicas abarcaba dos piezas: el huipil (una blusa larga y holgada, que aún se sigue usando) y una falda que conocían como cueitl. Los hombres tampoco llevaban mucho: sólo un taparrabos llamado maxtlatl y el tilmatli, una especie de capa. Y no se utilizaba sombrero, no al menos como lo conocemos ahora. No fue sino después de la Conquista que empezaron a vestir los llamados “calzones de manta”. Por cierto, durante las fiestas del centenario de la independencia, algunas damas de la alta sociedad porfirista intentaron “pantanolizar” a los habitantes de la ciudad de México para “no dar mala impresión a los extranjeros” (sic).

Siempre me he preguntado, porque los pueblos prehispánicos no eran afectados por el sol con la misma intensidad que nosotros. A veces, las mujeres se cubrían la cabeza con un trozo de tela, ¿pero los varones?

Por otro lado, tampoco los griegos antiguos se cubrían mucho del sol. Aunque usaban un tipo de sombrero o a veces se curbían la cabeza con la ropa, lo habitual era que los varones se ejercitasen desnudos al aire libre. ¿Se imaginan correr y luchar bajo un Sol de verano mediterráneo?

Yo, por lo pronto, ya sufrí una insolación y no pienso volver a padecerla. Así que seguire usado sombrero.

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal