Era el 10 de octubre del 2020 cuando las autoridades de la ciudad de México con aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia decidieron que el conjunto escultórico de Cristóbal Colón fuera retirado de su glorieta que desde 1877 había sido parte de los monumentos porfirianos que trazaban el corredor histórico de bronce de Paseo de la Reforma. Es cierto, eran y son ahora otros tiempos, otras miradas y reflexiones a la historia de América, sus personajes, la manera de interpretar y valorar los sucesos que marcaron la vida del continente que fuera primero conocido por los europeos y más tarde, conquistado y colonizado.
A toda esta discusión sobre la forma en que se dio aquella llegada del navegante Cristóbal Colón y lo que décadas más tarde desencadenó la ambiciosa travesía española por este continente, es un pasaje en la historia hispanoamericana que ha marcado con sangre y tinta las páginas de la civilización mestiza que somos hoy día. Transitando de la conmemoración oficial en casi toda América del llamado Día de la Raza y desde hace 30 años desaparecido del calendario nacional para ser llamado Día de la Resistencia Indígena.
Edmundo O’Gorman en su polémico libro y célebre reflexión. “La Invención de América” establece una tesis que bien vale la pena replantearse en una discusión que nos separe de las pasiones chovinistas o del simplón argumento de no se puede borrar la historia, como “argumentan" algunos políticos mexicanos. En este libro la tesis es los navegantes, conquistadores y colonizadores crearon el simbolismo de la América occidental, en contraste con la América septentrional y mesoamerica. Es decir, la América nativa como se le diferenció antes y después de su conquista española. Somos hoy las Américas del mestizaje, del indigenismo y la hispánica. La invención colonial. Aunque haya hilos de sangre, cicatrices abiertas, memoria dolorosa. Porque todo ello contiene el momento de derrota, violencia y construcción inventiva en lo territorial, en lo espiritual y en lo simbólico.
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Por ello, un lado de este argumento que promueve el retiro de la escultura se justifica y explica no desde el odio, sino debe ser descrito desde esta herida que en pro de la protección de los derechos humanos a los pueblos y grupos desplazados dignifique su pertenencia y condición social incluyente sin apologías de los conquistadores. Y el otro lado de esta misma discusión es la evidencia memoriosa de la historia, de los personajes y pasajes que constituyen y explican la invención de la América hispana que también somos.
El pasado 12 de octubre puede no ser fecha de celebración, sino de conmemoración, un recordatorio de ese suceso que cambia la historia mundial y abre paso a lo que fue y somos hasta nuestros días: en idioma, en fe, en identidad genotípica y herencia. Pero también lo que es Europa y en especial Portugal, España y Francia con ese tornaviaje que marca el sincretismo, el comercio, la multiculturalidad y las artes donde somos espejos y reflejos compartidos.
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Colón en bronce quizá ya no tenga lugar en el pasaje de héroes de México en Reforma, pero se precisa no se borre su memoria, su registro, su historia en la construcción inventiva de América. Por ello, cuando se acordó dejara el espacio público y el cuerpo escultórico ocupara un sitio en el museo barroco del Virreinato suena un sitio ideal por su valor artístico e histórico, así como lo simbólico que representa. Pero la ambigüedad de tal decisión expresa una forma ideológica del Estado mexicano actual…
Abramos la discusión: @salmazan71