Israel, como parte de su política de ocupación de los Territorios Palestinos y, como una manera de control y dominación, realiza incursiones de manera recurrente en distintas ciudades, pueblos y campos de refugiados de Cisjordania ya sea para arrestar a miembros de la resistencia o para hacer prácticas militares que aterrorizan a la población civil palestina causándoles daños psicológicos a largo plazo. Dichas incursiones –así como el asesinato de ciudadanos y periodistas— han ido en aumento desde el año pasado, en gran medida porque la resistencia armada palestina está mejor organizada y, antes ello, Israel ya amenazó con preparar movilizaciones sin precedentes por parte de su ejército de ocupación.
Cuando un grupo es despojado de su territorio y, además, se llevan a cabo prácticas abusivas consideradas por organismos internacionales de derechos humanos como crímenes de apartheid y persecución, es común que surjan movimientos de resistencia para hacer frente al régimen colonial y sus abusos.
Así sucedió en Sudáfrica durante el apartheid, esa época comprendida entre el año 1948 y 1993 en la que los colonos blancos de origen neerlandés tenían un sistema de segregación racial contra la población negra argumentando que su lucha buscaba “preservar la identidad nacional afrikáner”, es decir, de los blancos neerlandeses que habían llegado a colonizar no Sudáfrica y Namibia. Tanto en el caso sudafricano, como en el caso actual de Israel contra los palestinos, Estados Unidos ha apoyado a los gobiernos por considerarles buenos aliados y ha pasado por alta las denuncias contra el apartheid (hasta que la presión internacional fue demasiado grande).
En este contexto, en Sudáfrica surgieron líderes notables como Nelson Mandela quien encabezó movimientos de resistencia para buscar abolir el sistema de apartheid. Por supuesto, esto le valió a Mandela estar catalogado por años como terrorista y pasar 27 años encarcelado, aunque más tarde recibiera el Premio Nobel de la Paz (que, como dato curioso, este premio fue creado por un fabricante de armas) y un lugar en la memoria colectiva como un ícono de la igualdad y la libertad.
Ahora bien, cuando nos referimos a ocupación se entiende por ésta que un territorio se encuentra bajo la autoridad del ejército enemigo, tal como sucede en Cisjordania, Palestina desde 1967. En este sentido, en el Reglamento de la Haya de 1907, en el Convenio de Ginebra y su Protocolo adicional I y en el derecho internacional humanitario, se establecen varias reglas sobre la ocupación como son: que el ocupante no adquiere soberanía sobre el territorio; la prohibición de trasladar de manera forzosa a la población local, así como la prohibición de trasladar a su propia población civil al territorio ocupado; se prohíben los castigos colectivos, la confiscación de bienes y varias cosas más.
Todas estas reglas del derecho internacional mencionadas en el párrafo anterior (y muchas más), son violadas por Israel de manera sistemática, pues Israel, como potencia ocupante, cuenta con numerosas colonias en territorio palestino que crecen de manera continua sobre territorio confiscado a la población local palestina y continuamente demuele propiedades, organiza retenes y redadas en pueblos enteros a manera de castigo colectivo. Este tipo de actividades ilegales han sido ampliamente documentadas y denunciadas por organismos internacionales e incluso por veteranos de guerra israelíes.
Por su parte, los movimientos de resistencia son grupos opositores a la ocupación, estos movimientos utilizan técnicas no violentas y/o violentas para intentar conseguir sus objetivos. Pese a que en el Protocolo I de 1977 adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales se habla sobre la protección de los combatientes y del pueblo que “lucha contra la dominación colonial y la ocupación extranjera y contra los regímenes racistas, en el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación”, la realidad es que dependiendo de cada gobierno es que se determina la legalidad o ilegalidad de estos combatientes y, en general, del derecho a resistir la ocupación.
Lo que ocurre comúnmente es que dichos movimientos de resistencia, así como sus combatientes, tienden a ser catalogados por los gobiernos de la ocupación como terrorista y, en este caso, Israel cataloga como terroristas a estos grupos e incluso criminaliza y reprime violentamente la resistencia pacífica. Pero bueno, Israel cataloga como terroristas incluso a organizaciones que luchan por defender los derechos humanos de la sociedad palestina.
También Estados Unidos cataloga a los grupos de resistencia palestina como terroristas, en la página oficial del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, hay un artículo de 1978 titulado “Hacia una tipología del terrorismo político, el movimiento de resistencia palestino” con lo cual da a entender que la resistencia no es reconocida como un movimiento legítimo.
Aun así, ciudades como Jenin y Nablus, en la parte norte de Cisjordania, han sido sinónimo de resistencia desde hace décadas, pues en ellas se encuentran prominentes grupos de la resistencia armada. Hace 20 años, en estas ciudades el ejército israelí irrumpió con gran uso de la fuerza para confrontar a estos grupos, dejando a su paso un gran número de civiles muertos y daños considerables a la infraestructura urbana de ambas ciudades.
El resultado tras años de violentos enfrentamientos que duraron hasta 2005, fue que Israel reforzó su política de apartheid al erigir el muro de separación e iniciar con el régimen de caminos prohibidos en el que los israelíes deciden quién puede circular por ciertas carreteras y quienes no, dando prioridad a sus colonos para circular por las mejores vías de comunicación. Incluso, los colores de las placas son distintos para identificar más fácilmente quiénes pueden hacer uso de qué vías.
Algunos grupos de la resistencia armada son la Brigada de Jenin, la Brigada de Nablus, las Brigadas de Al-Quds (nombre árabe de Jerusalén), Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, Jihad Islámica Palestina, Hamás y Fatah, estos últimos dos siendo unos de los más conocidos. Sin embargo, Israel consideraba que la resistencia semi organizada de cualquiera de estos grupos no tendría ningún efecto contundente pues Israel, como parte de su estrategia de colonización, además de perseguir, arrestar y asesinar a integrantes de estos grupos, ha buscado hacer que los palestinos dependan en todos los aspectos de sus vidas de Israel.
No obstante, desde el año pasado y durante este año, han surgido nuevos grupos de resistencia y en general, las brigadas han mejorado sus tácticas militares dirigidas hacia soldados, aunque también hacia colonos israelíes, los cuales por lo general están armados y llevan a cabo actos de violencia contra la población local palestina (otra manera de verlo es que Israel expone a su población civil al trasladarla a territorio ocupado de manera ilegal y, además, la usa como herramienta de guerra), lo que ha hecho más costoso para Israel llevar a cabo incursiones para arrestar a los miembros de estas brigadas. Esta situación también ha derivado en una oleada de arrestos masivos de palestinos y un ambiente de violencia generalizada.
Por supuesto, por muy organizada que esté la resistencia palestina, no se compara con la gran capacidad política y militar del Estado sionista que cuenta con el total apoyo de los Estados Unidos. Además, el gobierno israelí ha obligado durante años a la Autoridad Palestina a colaborar mediante la detención y entrega de miembros de la resistencia palestina. Apenas el 20 de septiembre, la Autoridad Palestina arrestó en la ciudad de Nablus a un comandante de Hamás y la población civil salió a las calles a protestar exigiendo su liberación inmediata.
Si bien estos grupos hacen uso de la violencia para perseguir sus objetivos, no hay que perder de vista que Israel exige la contención de éstos cuando es Israel quien mantiene ocupada y subyugada a Cisjordania, quien mantiene un sistema de apartheid. Por supuesto, el apartheid sudafricano y el israelí tienen cada cual sus propios procesos y particularidades, pero es innegable que Israel aplica un sistema de segregación racial en Palestina que beneficia a su población y violenta a la población local palestina. Como dijo Nelson Mandela en una declaración de prensa en 1961:
No se puede esperar que los que no tienen derecho al voto vayan a seguir pagando impuestos a un gobierno que no asume responsabilidades por ellos. No se puede esperar que personas que viven en la pobreza y el hambre paguen alquileres exorbitantes al gobierno y a las autoridades locales […] La lucha es mi vida. Seguiré luchando por la libertad hasta el fin de mis días.
De igual manera, no se puede esperar que los palestinos se queden cruzados de brazos mientras su territorio, su identidad y sus vidas son destruidas diariamente por la ocupación israelí y su régimen de apartheid. Palestina existe porque resiste.
Jeziret Gallardo
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